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jueves, abril 25, 2024

La perfección del horror

Ser mujer, tiene que haber sido en principio, algo tan celestial, como el mismo universo engendrando al planeta.

Fuimos un pedazo del cosmos, albergando cada partícula en nuestro vientre, trascendental, para llevar en las entrañas tanto a la mujer como al hombre; pero bajamos a un mundo absurdo, de mentes primitivas, donde pronto nos volvimos tan vulgares y vanas, confundidas con cristales, siendo diamantes.

El hombre estaba solo, y nos enviaron a acompañarlo, pero no estaba libre de su propio pensamiento, ¿Por qué tendría que estarlo la mujer?

No nos liberaron, esto es una esclavitud mucho más profunda, porque la primera esclavitud nos la imputaron los hombres.

Esta segunda esclavitud es más profunda porque la hemos creado las mujeres mismas.

Y cuando otra persona te impone una esclavitud, puedes rebelarte contra ella, pero si tú mismo te impones una esclavitud en nombre de la liberación, no hay nunca una posibilidad de rebelión.

En ésta vida tan superflua, en vez de amarnos unas a las otras, ahora solo se practica el individualismo para sobresalir y ensombrecer a las demás.

Si la mujer no es libre para ser realmente una mujer, el hombre nunca será libre para ser realmente un hombre.

Se ha confundido el propósito y la manipulación se ha vuelto la mejor herramienta para triunfar. Y el cuerpo para satisfacer su vacío emocional.

Las mujeres perfectas estereotipadas por la sociedad, se muestran perfectamente espantosas, el horror y el egoísmo, mariposean en sus cabezas, con pensamientos un tanto estúpidos, su autoestima reboza el narcisismo y se convierte en servidumbre, esclavas del hombre, mostrando su naturaleza adulterada, con el frasco abierto de par en par, para que todo aquel que se acerque pueda degustar.

¿Debemos imitarlas?, no. Este modelo, no pasa de ser más que uno absurdo y exagerado para satisfacer las necesidades del hombre. No hemos venido a manipular a nadie con nuestro cuerpo, hemos venido a enterarnos ciertamente tarde que estamos hechas de una pequeña composición que pocos conocen y se llama amor. No sexo, amor.

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