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sábado, abril 20, 2024

“¡Feo es ese nombre!

Quienes estamos vinculados a la actividad agraria hemos podido comprobar que los agricultores han desarrollado una habilidad, originalidad y sana joda para ponerle nombre a sus fundos. El fanatismo político también jugaba su parte. Los belaundistas ponían nombres como “¡Adelante!”, “La conquista del Perú por los peruanos”, mientras que los apristas lo hacían con “Pan con libertad”, “Solo el Apra salvará al Perú”. Los evangelistas solían poner el nombre de “Cristo es la roca”. Don German Navarro Pérez, quien fuera connotado dirigente de la Federación Agraria Selva Maestra, le puso a su predio el nombre de “¡Campesinos al poder!”. Cuando don German hacía sus gestiones en el ex Banco Agrario del Perú, yo solía recibirle con el grito de saludo de ¡Campesinos al Poder!, y cuando llegaba a mi escritorio me decía, reconviniéndome: “¡Pendejo eres, ingeniero Gallegos!”.

Una gran mayoría de agricultores ponían esos nombres como expresión de sus emociones propias y de su sentido del humor. Hemos encontrado nombres como: De aquí no sales; Llega si puedes; Aquí toparás tu anemia; Aquí no llegan poshecos. En cierto distrito del Huallaga, y no digo el nombre para librarme de juicios y de la furia de los abogados, los pendencieros del pueblo le pusieron el nombre de “Cuernorarca” al sector donde, decían, trabajaban agricultores que se distinguían por ciertas situaciones y por respeto a mis lectores no lo digo. Un agricultor del Chipurana, le puso el nombre de “Me dicen precioso”, y el tipo distaba años luz para ser un Adonis y era más feo que vómito de gato, como suele decirse.

Cierta mañana de 1989 me encontraba conversando con don Teddy del Castillo Reátegui, ganadero de Zapatero, cuando llegaron dos bellas lameñas con una carta poder de su señor padre a solicitar un pagaré agrario. Tomaron asiento y le hicimos a don Teddy una discreta invitación para que nos dejara; las chicas se sentían incómodas y la razón lo descubrí después. Cuando llenaba el formulario del pagaré titubearon cuando les pedí el nombre del predio. Había pasado casi una hora y no se animaban a darme el nombre y don Teddy no se movía del asiento quien, hasta ese momento, ya se había convertido en una angovisita. Las chicas le dirigían miradas de furia. Bueno, con don Teddy no era la cosa. Y es cuando les insistí que me dieran el nombre del fundo y fue que dijeron: “¡Feo es el nombre del fundo de mi padre!”

Cuando les pedí que lo dijeran, las damas se pusieron más coloradas y asustadas que Lucianita declarando que el nombre del predio era “Fundo El Trocadero”. Don Teddy lanzó una carcajada que se escuchó en Jepelacio y Utcurarca. Cuando les pregunté la razón del nombre dijeron que un “desgraciado” perito agrimensor del Ministerio de Agricultura le sugirió al padre de las chicas dicho nombre con el argumento de que otro bonito no podría haber. “Doncito: mejor que este nombre no vas a encontrar en ninguna parte del mundo. Aquí en Lamas con este nombre vas a sacar pecho”. El señor, con más ingenuidad y candor que buena fe, aceptó la recomendación. Y dejo constancia que este episodio es verdadero. [Comunicando Bosque y Cultura].

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