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jueves, abril 25, 2024

Culpable no, responsable sí

¿Somos un país machista, ‘juzgavida’ e ignorante? Sí, lo somos.

Camilita, una niña de 4 años, murió el último domingo. Fue raptada, violada, asesinada y abandonada en un costal, en un empinado cerro de Lima.

Todos buscan al asesino de Camilita, y también se unen al ‘cargamontón’ contra Mirella Huamán, su madre. Increíble, pero inevitable en un país como el nuestro.

El panorama mediático ubica a Mirella en el centro, le toca ser flanco de la acusación ignorante de machistas idiotas, y de la defensa de feministas un poco obtusas.

Mirella nació en una zona de sierra flagelada por la pobreza y abandonada por el Estado. Quizá no le dieron la opción de estudiar y decidir si quería ser madre o no. Es una migrante, como tú o como yo, en una gran ciudad que la hipnotizó con sus espectáculos nocturnos, como el de la noche del crimen, que le ofrecían diversión dominguera para olvidar la responsabilidad que cargaba encima, pero a un precio muy alto, el abandono y muerte de su hija.

Así es la vida, nos golpea más fuerte a unas que a otras.

Que se entienda fuerte y claro, Mirella no es culpable del crimen, el único culpable es el violador asesino y seguro será castigado por la ley. Pero ése es otro capítulo para análisis y portadas.

¡Alto aquí!, ella no es culpable, pero sí RESPONSABLE, en mayúscula y negrita.

No niego que Mirella la esté pasando mal, se culpa y seguro le aflora el ‘natural amor de madre’ (entrecomillado) que dicen tenemos todas las mujeres. Aunque no llore y permanezca impávida.

Pienso que no es culpable del crimen, solo salió de fiesta con su nueva pareja y retornó a las 9 de la mañana del día siguiente, eso no está mal, pero dejó a sus hijas bajo el cuidado de una menor de 9 años, todas expuestas al peligro de la noche. Ellas la buscaron varias veces entre los cerros donde viven, la madrugada del crimen. A decir de los vecinos que las detuvieron al verlas deambulantes, ella lo sabía, no era la primera vez.

Bueno, eso pienso yo, pero Mirella pensó distinto.

Es verdad, pudo ocurrir cualquier otro día, en cualquier otro lugar o manos de un conocido, sin embargo, ocurrió esa noche en la que decidió descuidarlas a cambio de diversión. Nunca lo imaginó, pero pudo tomar precauciones. Ahí radica su responsabilidad y ¡debería ser sancionada!

¿Y el padre? Pero ¡por supuesto!, aunque fue un ‘proveedor a distancia’, es responsable indirecto, pues su ausencia física en el hogar pudo ser uno de los factores que determinaron la conducta irresponsable de la madre.

En el Perú, existen muchas personas como Mirella. Sin importar ser hombre o mujer. A muchos les tocó convertirse en padres solteros y claro, también tienen derecho a divertirse, pero sin afectar a quienes tienen a cargo, midiendo los excesos ‘naturales’ de la juventud, y si están solteros, pueden tener un compañero o compañera de tiempo completo y no solo un saliente nocturno.

Retomando, los únicos culpables de la muerte de Camilita son el violador asesino y el olvido del Estado, pero no justifiquemos lo injustificable, la irresponsabilidad.

No se trata de machismo ni feminismo, solo de ser conscientes que nuestra realidad está muy lejos de ser lo que anhelamos para vivir y sentirnos seguras.

No se trata de culpabilidad, sino de responsabilidad.

Por eso, nos toca prevenir riesgos innecesarios y cuidarnos entre todas para que no mueran más ‘Camilitas’.

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