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viernes, abril 26, 2024

Los servidores públicos, ¿A quiénes sirven?

 

Por Sergio M. Gallegos
Mendoza

Muchas veces nos ha tocado realizar un trámite en una dependencia del Estado, y por lo general nos encontramos con una atención que deja mucho que desear. No digo que las empresas privadas sean la cúspide de la buena atención, pero en el sector público debería primar el trato decente y ser ejemplo en calidad de atención al ciudadano.

Cierta vez, me tuve que dirigir a una Municipalidad a recoger una Licencia de Funcionamiento para un familiar. La persona que me atendió fue un “amigo” de las épocas universitarias (charlas, fiestas, etc.) con el que yo creía habíamos formado no un lazo amical sino un lazo de respeto y cordialidad. Su respuesta al verme fue un seco y malhumorado “¿Qué desea?”. Los pocos minutos que me llevaron estar ahí pude ver sus actitudes altivas y fanfarronescas. Pensé para mis adentros si así trataba a alguien supuestamente allegado como sería con otras personas.

Hay personas que con un cierto grado de poder se transforman en personas irreconocibles y son un peligro para la buena gestión de una institución. Con esto no se está generalizando ya que existen en estas instituciones personas con una calidad humana y un don de servicio natural que contagia y nos hace más llevadero la hasta hoy terrible burocracia que aqueja a nuestras instituciones. Deben entender que no nos están haciendo un favor y el trato cordial debe ser el mismo tanto para el empresario más encumbrado como para el ciudadano más humilde. Una institución que brinda una atención eficiente y sobre todo cordial y amigable genera un círculo virtuoso que beneficia a la sociedad en su conjunto.

Para terminar, hemos culminado un proceso electoral extraordinario al que nos llevó el anterior Congreso con sus blindajes y su defensa acérrima de oscuros personajes. Nuestros congresistas elegidos por San Martín deben ser protagonistas en este nuevo Parlamento; su labor no debe quedarse en la muletilla de la “fiscalización”, como decía un ex congresista (felizmente ya no estará) que solo presentó 9 proyectos de ley en 12 años: o sea un proyecto cada 499 días. Tenemos esperanzas en esta nueva camada de representantes.

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