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viernes, abril 19, 2024

Indigestión digital

Vivimos en un mundo plagado de vicios y la plataforma de internet y sus hijas “las redes sociales” son las que coronan todos los pecados, esos instintos ocultos que nos llevan a la cima del placer o al mismísimo infierno.

Las redes sociales pueden resultar ser la mejor aliada o la más vil enemiga. Los diversos aplicativos hacen de este espacio el más pintoresco, grotesco, lujurioso y hasta vulgar. El ciberespacio se ha convertido en un “burdel” conseguir una o varias parejas sexuales, nunca fue tan fácil, solo basta deslizar el dedo sobre una imagen y darle like. ¡Listo!

La jungla de las redes sociales es única. Si eres la típica mujer que no responde mensajes de personas que no conoce, sin duda la tildarán de antipática, vanidosa y soberbia. “De qué te crees mamita” “Ni que estuvieras rica”, frases a la que se hace acreedora cuando simplemente no desea intimar con alguien que solo conoce virtualmente. En pocas palabras, si eres reservada con contactos desconocidos, eres el blanco perfecto para que alguien sienta el derecho de insultarte.

Por otro lado, también está la chica que en forma narcisista lleva la contabilidad de cada interacción y like en sus fotografías o publicaciones. Esa es una persona invadida por las ganas de ser visible, su debilidad siempre será Facebook e Instagram y con frecuencia cae en depresión si sus publicaciones no tienen el éxito esperado. A ella, le encanta alimentar su ego.

Hasta conseguir trabajo ha sufrido una metamorfosis, atrás quedaron las convocatorias tradicionales, ahora la moda son las aplicaciones como LinkedIn, donde te presentan los trabajos perfectos, impronunciables, aquellos que ni siquiera sabias que existían. Y ahí estás, retocando tu fotografía para resultar más interesante y esperas con ansias que alguien por fin te llame para algún trabajo de prestigio.

Por otro lado, la gula al igual que la lujuria, es uno de los pecados capitales que abunda en las redes sociales, se parece a esa niña que se puede comer cajas tras cajas de chocolates, sin controlar sus impulsos. Quien sufre de gula cibernética no puede dejar de coger su celular, siente vibraciones aunque no existan notificaciones. Siempre está preparada para un nuevo filtro, su objetivo es lucir su cacharro maquillado y poder ser atractiva para sus seguidores.

También están los usuarios menopáusicos, esos que están coléricos, no entienden la ironía y no tienen sentido del humor. Les encanta pelear sobre la homosexualidad, la ideología de género, la política y hasta de su perro. Este tipo de usuario siempre está listo para debatir desde religión hasta del ampay de la semana.

Y cómo olvidar al que destila envidia. Que sus amigos se promocionen en redes sociales le resulta repulsivo. Si alguien publica una fotografía de amor con su pareja, automáticamente hará comentarios como “Con cuerno cualquiera es feliz”

o “Si supiera con cuántas le adorna”. Estas frases son clásicas del envidioso. Digámoslo en seco y sin anestesia, la envidia es un pecado que puede atravesar cada rincón de las redes sociales.

El monstruo que genera más repulsión es sin duda el “sicario digital”, ese que se esconde tras una cuenta fácil o en algunos casos en su propia cuenta e insulta a todo el que no le cae bien o defiende a capa y espada a su patrón. Este sicario utiliza las redes sociales como una herramienta para delinquir de la peor manera, destruyendo todo a su paso, siempre lo hacen a través de su computadora o celular, pero en persona suelen orinarse de miedo. ¡Típicos cobardes!

Muchas personas se desprenden de la carga emocional que conlleva agredir a otro ser humano. Se amparan en el hecho de que este tipo de comunicación es tener libertad de expresión. Es por ello que es difícil percibir de manera integral a una persona cuando lo que se tiene enfrente es una pantalla. El otro se hace virtual, por lo tanto, es posible anularlo por completo, pisotearlo, destruirlo, simplemente apagarlo en un dos por tres.

Las principales ventajas detrás de esta agresividad digital, son: el anonimato, la invisibilidad, el creerse el dueño de la verdad y que todo sólo es un juego. En conclusión, estas personas se convierten en estúpidos agresivos y de esos, muchos estamos hartos.

Como se pudieron dar cuenta, el menú digital resulta tan pesado que la consecuencia es una tremenda indigestión. Esta es la realidad y si alguna amiga se sintió aludida o un amigo se sintió afectado, no lo tomen a personal, las cosas como son.

Si amaneciste con indigestión, nada mejor que una sal de Andrews…Yo ya lo tomé ¿y tú?

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