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viernes, abril 26, 2024

Juana de las Américas, poesía amorosa sensual

Juana de Ibarborou (1895 – 1979)
“Juana de América”, denominación consignada por el escritor y crítico literario mexicano Alfonso Reyes en su consagración oficial en Montevideo y “Juana de las Américas” en Nueva York en 1,953. Presidenta de la Academia Nacional de Letras y de la Sociedad Uruguaya de escritores (1,950).

Premiada por el Instituto Hispano de Madrid. Premio Nacional de Literatura (1,950) vivió 84 años.

Sus méritos son tales, como para considerarla un clásico de la literatura americana. La novedad original y la sencillez de su lenguaje confieren a su poética esa autonomía simbólica que define a la mejor literatura. Su poesía trasunta el sentimiento de amor y la sensualidad que brinda la naturaleza reverberante a un ser joven y lleno de vitalidad. Asume el gozo de vivir expresando un panteísmo lírico como en “las cuatro alas de abeja” en donde se da la sensualidad de la carne y las imperiosas urgencias de un Eros no empañado por las sombras del pecador:

He vuelto de la cita con cuatro alas de abeja

en los labios cuatro alas de abejas
y bermejas.
*
Tus labios en mis labios derramaron su miel
y brotaron las alas. Derramaron su miel
y tuve las dulzuras de un panal en la piel.
*
No riáis. Las cuatro alas de abeja no se ven
más las siento en la boca.
Las alas no se ven más a veces ¡prodigio! vibran hasta en mi sien.
*
“Castísima desnudez espiritual”, sentencia don Miguel de Unamuno. Poesía que expresa el goce de vivir, el fervor de la naturaleza y la pasión del amor.

En el poema “La Hora”, en refulgentes imágenes expresa el júbilo de la pasión erótica reclamada como una urgencia del amante a quemar de pasión los instantes en un ahora queriendo hacerlo eterno.
LA HORA
*
Tómame ahora que aún es temprano
Y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría
Esta taciturna cabellera mía.
*
Ahora, que tengo la carne olorosa,
Y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora que calza mi planta ligera
La sandalia viva de la primavera.
*
Ahora que en mis labios repica la risa
Como una campana sacudida a prisa.

Después . . . ¡oh, yo sé
Que nada de eso más tarde tendré!
*
Que entonces inútil será tu deseo
Como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano
Y que tengo rica de nardos la mano!
*
Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
Y se vuelva mustia la corola fresca.
Hoy, y no mañana. Oh amante ¿no ves
Que la enredadera crecerá ciprés?
***

Sin embargo en ocasiones este intenso placer y goce de vivir se ven obnubilados por la soledad, la desazón y el abandono, arrancándole versos como éstos.
*
Mi casa tan lejos del mar,
Mi vida tan lenta y cansada,
¡Quién me diera tenderme a soñar.
Una noche de luna en la playa
*
En “La higuera”, allí está pintada Juana de cuerpo entero. Su verso sencillo unido a un tema rústico y campesino, de raíces humano –divinas, se traslucen en esa ingenuidad y fuerza virginal del monte, pero que sugiere y trasciende espiritualmente al final.

LA HIGUERA.
Porque es áspera y fea,
Porque todas sus ramas son grises
Yo le tengo piedad a la higuera.
*
En mi quinta hay cien arboles bellos,
Ciruelos redondos,
Limoneros rectos
Y naranjos de brotes lustrosos.
*
En las primaveras
Todos ellos se cubren de flores
En torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
Con sus gajos torcidos, que nunca
De apretados capullos se viste…
*
Por eso,
Cada vez que yo paso a su lado
Digo, procurando
Hacer dulce y alegre mi acento:
“Es la higuera el más bello
De los arboles todos del huerto”.
*
Si ella escucha,
Si comprende el idioma en que hablo,
¡que dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
*
Y tal vez, a la noche,
Cuando el viento abanique su copa,
Embriagado de gozo le cuente:
“Hoy a mi me dijeron hermosa”.
***

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