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viernes, abril 19, 2024

Amistad y gratitud

Creo que no está mal con terminar este año 2019 con un artículo muy a propósito con dos temas que son permanentes en la historia de la humanidad y expresiones elocuentes de las relaciones humanas, como lo son la amistad y la gratitud. Pero quiero ser sincero y decirles que no hubiera tocado estos temas si es que no me topo con dos oportunos artículos periodísticos: “Lo más cierto en las horas inciertas”, de la historiadora Carmen McEvoy, publicado el domingo 15 de diciembre pasado e, ídem, “José Miguel Oviedo: ha muerto un demiurgo”, de Pedro Escribano, aparecido el viernes 20 de diciembre de este mes que termina mañana, en los diarios El Comercio y La República, respectivamente. La historiadora aborda el tema de la amistad, mientras el crítico literario recuerda una declaración de Oviedo sobre el agradecimiento.

Carmen McEvoy cita a Julio Ramón Ribeiro: “Un amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te ha olvidado la letra”. La historiadora nos recuerda cuando dice que “la amistad y el valor y ella significa para los seres humanos es uno de los temas de la literatura y de la filosofía universal”, citando un texto del “Tratado de la amistad”, de Cicerón, quien escribe: que la amistad “era un sentimiento claro, desinteresado, que no nacía de la búsqueda de lo útil sino de una inclinación natural de los seres humanos a la asociación”. Y, seguramente, muchos de nosotros compartimos estas expresiones, aunque mi gran amigo el ingeniero cuñumbuquino Ivan Paredes Sánchez crea que la amistad no existe y es una ficción.

Sobre la gratitud los autores también han escrito bastante y, sobre todo, sobre su contrario, que es la ingratitud. Son pocas las personas que cultivan este valor y se incentiva poco, más aún un en una época en que en esta sociedad desquiciada, en donde el neoliberalismo a ultranza y la promoción casi a niveles psicópatas de la competitividad prima y se han escrito manuales y los “grandes” expositores ya nos tienen hasta la coronilla con esto de la competitividad que debemos practicar en todas nuestras actuaciones. Revise usted los informes de los expertos de la administración pública y la frase clave es “ser competitivos”, cuando quienes lo promueven no lo son.

Mencionamos a José Miguel Oviedo Chamarro. Pedro Escribano le hizo una entrevista y le preguntó “si había sido, como decían, el crítico de una élite”. En su defensa Oviedo declaró que él leía todos los libros que le llegaban [igual que lo hacía Mauro Aurelio Denegri, y lo comunicaba en su espacio televisivo “La función de la Palabra]. Oviedo, quienes lo leímos muchas veces, comprobábamos que sus comentarios que publicaba en El Comercio, eran feroces. Decía el crítico que sus amigos se peleaban con él por sus ácidos comentarios. Declaró: “A gente que estaba muy lejos de mí, por razones ideológicas, políticas, lo que fuese, les hacía un comentario favorable, sin que ellos hiciesen ningún gesto de agradecimiento”. ¡Este es el tema, amigos!

José Miguel Oviedo, como cualquier ser humano, hacía sus comentarios de manera honesta, incluso de sus “enemigos” ideológicos, sin embargo estos jamás le dijeron ¡gracias! Y es que hacer un favor es parte de una actitud racional humana, pero es de nobles tener un gesto positivo como respuesta. ¿Cuántas veces no hemos servido a mucha gente y solo nos han pagado con una patada en el trasero? Por ejemplo, mi experiencia en el ex Fondeagro, con dos ex directores “exitosos” es de antología y expresión de la miseria humana, y para no creerlo; y de repente escribimos una memoria de esos años noventa. [Comunicando -Comunicando y Cultura]

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