Lo que menos sabemos hacer los peruanos es sostener posiciones, ideas, decisiones y acciones. Nos inspira la emoción con poca razón y así lo hacemos en varias esferas de nuestras vidas y en el quehacer nacional, desde la política hasta en el futbol. Somos como “jugadores de medio tiempo”. El Congreso de Keiko, con una mayoría de 73 congresistas, demostró que no servimos para crear acuerdos y menos para concesos, por eso fue cerrado.
Así pasa, pues. Ahora faltan algo más de 25 días y a nadie le interesa reconstruir el Congreso. Nadie se preocupa a quién va a elegir para integrar el nuevo Congreso, ese que pidieron que debe hacer la tarea que no hizo el que fue cerrado con la anuencia y aplauso de casi todos.
Por Lima postulan 130 y no se les conoce. Algunos repiten el plato, otros han sido voceros de algún tema y otros son amigos de los productores de programas periodísticos. La lectura electoral de que la elección empezaba después de navidad y año nuevo se ha cumplido. Las agrupaciones políticas pudieron revertir este panorama, pero como en el fútbol, hacen tiempo para una campaña corta. Esperan ganar en el último día, aunque sea por penales.
En las pocas presentaciones de postulantes, -salvo contadas excepciones- vemos más de lo mismo y de siempre. Voluntariosos o aplicados, entusiastas que quieren cambiar el Perú en 16 meses cuando su finalidad debería de ser contar cómo harán las reformas que necesita el país y no las ganas que ellos tienen por cambiar las cosas. El individualismo es evidente, no hay debate y cuando se ha provocado, los actores postulantes dejan ver su poco conocimiento del tema y de lo que es hacer política.
Mientras tantos los peruanos estamos en un permanente y largo conflicto que pasa por las personas de Alan García, Keiko Fujimori, Toledo, los Humala y todo el castigo que se merecen por cazurros y zamarros, o mejor dicho por engañar a los peruanos y utilizar sus posiciones para recibir dinero.
Ahora se ha criminalizado la donación de campaña electoral. Ningún partido podrá reconstruirse y menos habrá una construcción partidaria en torno a nuevas ideas y propuestas. Hay empresarios y emprendedores que quieren participar sin hacer vida partidaria que han huido espantados de que los puedan apresar. Somos un país sin partidos, sin líderes, sin pensamientos claros, todo es estar en contra y castigar.
Los fiscales “Cuello Blanco – Lava Jato” encabezan la política anticorrupción -lo que afirmamos en esta columna hace bastante tiempo atrás- al negociar la entrega de información del PAGO DE COIMAS, con los corruptores del “Cartel Constructor Brasilero” lo cual, los ha empoderado y les permite generar publicidad sobre su trabajo, además de utilizar la plataforma periodística con primicias y datos fuera de lo oficial a través de varios “amiguitos periodistas”.
Los fiscales han pasado de ser investigadores del delito a activistas de la lucha contra la corrupción. Muchos quieren proponer a José Domingo Pérez como el hombre del año. Una especie de héroe que lucha contra los malos, claro está que valores no le faltan, pero no podemos desdibujar la investidura del fiscal. Por eso preguntamos: ¿a dónde apunta José Domingo? En este proceso electoral muchos quieren votar por él, no se sabe para qué, pero igual le darían su voto.
¿Y las reformas? ¿Y los cambios necesarios? ¿Y dónde están los más fogosos por el cierre del Congreso? Soltaron la petarda y se fueron corriendo. Peor aún, ¿dónde están los encuestados que orientaron todo para que se dibuje una mayoría que pedía el cierre?
Las reformas iniciadas en el sistema judicial deben de ser revisadas y seguir con los cambios. Se requiere de un gran acuerdo que ya debería estar gestado entre los partidos que postulan y todos sus representantes, así no sepan si serán elegidos. Ese esfuerzo no se ve.
El Congreso que elegiremos en enero debe mejorar las reformas ya promulgadas para los partidos políticos y revisar las otras. No hay rumbo. La gente cerró el Congreso y ahora, nadie quiere Congreso.