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viernes, abril 26, 2024

Un Misterio Sin Resolver En La Historia del Perú: Sánchez Cerro y El APRA

Los crímenes del APRA, publicado en 1948 por el Ministerio de Gobierno y Policía de la dictadura militar de Manuel Odría.
Los crímenes del APRA, publicado en 1948 por el Ministerio de Gobierno y Policía de la dictadura militar de Manuel Odría.

La ciudad de Leticia (hoy parte de Colombia) fue fundada por el Gobernador de Loreto, Perú, Benigno Bustamente, en Abril de 1867. Después de la Guerra del Pacifico, cientos de desplazados de las ciudades tomadas por Chile, fundaron cerca a Leticia poblados como Puerto Tarapacá, entre otros, a manera de remembranza de lo perdido en la nefasta guerra con Chile. En 1911, comenzaron los primeros enfrentamientos entre colombianos y peruanos cerca a Leticia debido a la falta de una delimitación precisa de las tierras cercanas al rio Amazonas. Estos incidentes llegaron a su fin después de diez años con el infame tratado Salomón-Lozano (24 de Marzo de 1922) firmado por el Presidente Augusto B. Leguía, en secreto, los peruanos se enteraron del mismo después del derrocamiento de Leguía en 1930, y bajo presión de Estados Unidos, que tenía gran interés económico en el área debido a la explotación del caucho. Mediante este tratado el Perú perdió, una vez más, 100 mil km2 de Territorio—con dicho tratado, Colombia no solo consiguió la ansiada salida al Amazonas, sino que también obtuvo soberanía sobre Leticia.

 En 1931, Sánchez Cerro, con el apoyo de la oligarquía peruana, ganaba las elecciones presidenciales, derrotando al candidato del APRA, Haya de la Torre. Los Apristas desconocieron las elecciones argumentando, sin fundamentos, fraude. Una vez en el poder, Sánchez Cerro estableció medidas drásticas en contra del partido Aprista, a quienes acusaba de ser obstruccionistas en el legislativo, comunistas, y anti-católicos—Haya se ganó la fama de anti-católico en Mayo de 1923, cuando lideró a varios grupos masónicos, estudiantes de la Universidad de San Marcos, y algunos círculos de obreros, en contra de la consagración del Perú al sagrado corazón de Jesús. Debido a la implacable persecución política y militar, en 1932 los Apristas se rebelaron en Trujillo y asesinaron a sesenta miembros del Ejercito Peruano. A manera de represalia, el presidente mandó a ejecutar a un aproximado de dos mil Apristas—lo que ayudó a cimentar aun más el aura de inmolación y sacrificio del cual el APRA siempre se ha jactado.

 Ese mismo año, un grupo de patriotas peruanos armados tomaron Leticia, argumentando correctamente, entre otras cosas, que era territorio peruano desde su fundación y que había sido cedido por el dictador Leguía a Colombia a través de un tratado nefasto e ilegal. Este despertar del fanatismo nacionalista fue aprovechado por Sánchez Cerro como una oportunidad para distraer la atención de los peruanos, que se encontraban sumidos en una crisis económica severa. En Setiembre de 1932, Perú y Colombia comenzaron a militarizar las apacibles tierras en las orillas del río Amazonas. El 30 de Abril de ese mismo año, después de haber pasado revista a los veinte mil soldados que iban a ser enviados a la zona de conflicto, Sánchez Cerro fue asesinado por el Aprista, Abelardo Mendoza Leiva. Si bien Haya de la Torre desmintió categóricamente que Mendoza Leiva haya actuado con autorización y/o conocimiento del APRA, es prácticamente imposible no especular que el magnicidio fue producto de una conspiración ya sea por parte del APRA y/o el principal beneficiado de dicho crimen, Oscar R. Benavides, jefe del ejercito y sucesor de facto de Sánchez Cerro. La idea de una conspiración es exacerbada aun más si tomamos en cuenta que meses antes, otro Aprista, José Melgar, intentó asesinar al presidente Sánchez Cerro, y si consideramos también que Mendoza Leivafue asesinado inmediatamente después de cometer el magnicidio y antes de poder ser interrogado. Quince días después de haber asumido el poder como sucesor de Sánchez Cerro, Banavides y Alfonso López, presidente de Colombia y amigo personal del primero, firmaron un Acuerdo de Paz provisional con la mediación de la Liga de Naciones (LN), predecesora de la ONU—esta fue la primera instancia en la historia que la LN se involucró directamente en un conflicto entre dos Estados. En 1934, se firmó un Tratado de Paz definitivo entre Perú y Colombia y de esa manera se ratificó el nefasto Tratado Salomón-Lozada.

 Finalmente, ¿Se trató el asesinato de Sánchez Cerro de una conspiración organizada por la cúpula Aprista, liderada por Haya de la Torre? ? Independientemente de la respuesta a dicha pregunta, lo cierto es que el asesinato del presidente Sánchez Cerro por parte del Aprista Mendoza Leiva cambió la historia del Perú y ha convertido a dicho magnicidio en uno de los más enigmáticos misterios sin resolver de la Historia del Perú.

 Por Wilter Pérez Barrera
Lic. Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales

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