Pero pese a ello nunca dejaron de atenderlo con una mensualidad y otras cosas
Moyobamba. El pasado martes 10 del mes en curso, en una habitación de una casa ubicada en la primera cuadra del Jirón Benavides, había sido encontrado muerto el señor Jaime Cachay Fernández (76), persona que hace más de 2 años vivía solo. De acuerdo a la necropsia su fallecimiento se debió a un edema cerebral y pulmonar causado aparentemente por el constante consumo de alcohol, vicio que lo llevó a tener algunos problemas familiares que terminó con una sentencia en su contra por violencia familiar y una disposición judicial que impedía a su esposa e hijos acercarse a su persona.
Familiares, entre ellos sus hijos que radican en el norte de país, quienes, enterados del fallecimiento de Jaime Cachay Fernández, estuvieron presentes hasta ayer en la ciudad de Moyobamba con la finalidad de darle cristiana sepultura, dieron detalles de los episodios vividos por el difunto y aclarar que nunca lo habían abandonado como se dio a conocer en algunos medios de Comunicación local.
Mostraron documentos que corroboran que mensualmente le enviaban una pensión de 750 soles y un recibo por 30 mil soles que le entregaron concerniente a su parte que le correspondía de una propiedad que tiene la familia en la ciudad de Chiclayo.
Sus tres hijos quienes hoy son profesionales, a través de esta nota esperan zanjar los malos cometarios que se han generado tras el fallecimiento de su padre Jaime Cachay Fernández, quien antes de perderse en la adicción al alcohol, fue un reconocido ciudadano moyobambino, dueño del restaurant “La Cuchara Brava”.
Narraron que a su progenitor en dos oportunidades lo ingresaron a un centro de rehabilitación, sin embargo, allí terminó denunciando al director de dicho centro por supuestamente maltratarlo, pero además de acusar al director de dicha institución, también denunció a su familia, hecho que terminó en el 2017 con una Orden de Prohibición Judicial para que la esposa e hijos no se acerquen a él, medida que los hijos califican de desproporcionada ya que nunca las autoridades judiciales les permitieron dar su versión. Sin embargo, pese ello nunca le hicieron faltar la pensión mensual y se comunicaban constantemente con la propietaria de la vivienda donde vivía. (Franclin Laván)