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jueves, abril 18, 2024

El nacimiento de Jesús

Fue un acontecimiento sin precedente. Tanto fue el impacto en el tiempo humano, que el calendario de la vida se calcula antes de Jesús y después de Jesús.

No ocurre con otro ser humano como Pedro Pérez, no porque Pedro no sea importante; sino que, Jesús, no solo fue hombre, también fue Dios. El nacimiento de Jesús, es análogo al permanente nacimiento de nosotros, de nuevas formas de vida, de los mensajes de amor al prójimo, de mejores comportamientos familiares.

La afirmación histórica de María, de su firme decisión de entrega al Señor: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”, es otro mensaje lírico exquisito que llena del más profundo amor al ser humano. Análogamente, las madres hacen lo propio el día del parto, se entregan de cuerpo y alma para traer un hijo al mundo.

Esa misma entrega hizo María, pero a nuestro Dios. ¿Por qué también nosotros no podríamos entregarnos a Dios en cuerpo y alma si sabemos que Él es todo? Es esa entrega incondicional que Dios necesita de nosotros, porque somos nosotros quienes necesitamos de Él en nuestra vida, para asegurar nuestra vida en armonía y tener la esperanza de que nuestra alma disfrute del reino de Dios.

El nacimiento de Jesús es a cada instante en nuestra azarosa vida, para que siempre cambiemos la historia de nuestra trayectoria como apuntalamos la proa de nuestro barco. El nacimiento de Jesús es la luz que ilumina cada instante de nuestra existencia porque su poder mueve con facilidad los obstáculos del mal que podrían presentarse, así como se ofrecieron las tentaciones a nuestro Señor Jesús. El nacimiento de Jesús, es el avivamiento permanente de nuestro ser, para que la llama de amor a nuestra pareja sea cada vez con mayor intensidad, porque las parejas necesitan estar unidas con la potencia viva del amor.

El nacimiento de Jesús, es la apertura al entendimiento del amor que se debe regar a nuestros hijos, para que su formación cuente con el medio natural de cultivo, de la dulce sonrisa de amor, de usar los brazos para abrazarlos, de proferir acertadas palabras cargadas de amor, de usar los labios para besarlos a cada instante.

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible”. El Espíritu de Dios vendrá sobre nosotros cuando le invocamos, cuando abrimos nuestro duro corazón, cuando le damos cabida en nuestra casa.

El Espíritu de Dios es la luz que ilumina nuestro camino, es el guía de nuestra vida, es quien nos da la sabiduría que tanto necesitamos en nuestros discernimientos cotidianos.

Para Dios nada, nada es imposible. Es Dios quien hace posible que nosotros cambiemos nuestro modo de vida mundana a la vida cristiana. Con Dios todo es posible, sin Dios todo es difícil e imposible.

El nacimiento de Jesús, es la apertura a ese cambio, a ese nuevo nacimiento nuestro. Es bueno nacer de nuevo, como buena persona cristiana, llevándolo al Espíritu de Dios siempre presente, dejando de lado la muda vieja mundana.

Qué bueno es vernos transformados en nueva persona, cambiada, con otra imagen y nuevos sentimientos de bien. La celebración del nacimiento de Jesús, no necesariamente está relacionada a las fiestas mundanas, a la comida, al licor y al variado color. La celebración debe centrarse cuando ya hemos tomado la valiente decisión del cambio a una nueva forma de vida.

¿Habrá algún familiar que se oponga a éste benéfico cambio? ¿Habrá alguna esposa que esté feliz cuando sabe que el esposo le está siendo infiel? ¿Habrá esposa alguna que esté feliz cuando el esposo vive borracho?

El esposo infiel y/o el borracho, en sus desvariadas alocuciones podría proferir de manera reiterativa que se siente feliz de sus mundanos actos, claro en el contexto estricto de su egoísmo, cuando se omite la interrogación de su opinión a la compañera y a los hijos.

La felicidad expresada en primera persona es la correcta, debe ser compartida, socializada por las personas del entorno, porque es percepción emocional diferido entre quienes acompañan al sujeto.

¿Cómo podría estar feliz la esposa si el esposo le es infiel? El nacimiento de Jesús es la oportunidad de vivir de manera diferente en el marco de auténtica armonía familiar, cuando se compartan las situaciones vivenciales cotidianas, del día a día, con decisiones consensuadas y aportes domésticos colegiados. El nacimiento de Jesús, es esa vida diaria, llena de paz del corazón, de efusión de contagiosa sonrisa, de expresión de auténtica felicidad.

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