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jueves, abril 25, 2024

Mi primera vez con un chino

Su seriedad me intimidó al punto de dejarme sin palabras. Pensé que sería una experiencia fácil de llevar, me equivoqué, resultó ser mejor, un reto que nos deja una rica sensación de placer.

Al principio, todos los días eran el mismo trajín, un caos, resultaba que siempre me quedaba sentada, pensando en cómo entenderlo sin morir en el intento. Sus gritos se volvieron cánticos de gloria, si lo hacía en inglés no había problema, pero si era en chino, sálvese quien pueda.

Siempre he sido una mujer arriesgada, de aquellas que asumen los retos sin importar si estos traen cola, pero en esta oportunidad el reto se volvió una colina empinada en la que subir me empezó a dejar sin aliento.

A inicios de este año me aventuré a una experiencia fantástica, ingresé a trabajar en un consorcio extranjero de telecomunicaciones, yo estaba en mi salsa, en mi rubro y con las ganas de aprender, sin embargo, solo me encontré con un problema, mi jefe, un chino con ceño fruncido, con un inglés masticado y con el temperamento propio de todos los orientales. Ese sí resulto ser un problema, porque yo no hablo inglés y menos chino.

Sin embargo con todo el miedo del mundo encima, me subí a la montaña rusa, esa montaña llena de emociones y retos y vaya que no me arrepiento, porque después de haber estado trabajando en el sector público por casi 5 años, he conocido una diferente y disciplinada forma de trabajar en poco tiempo y sin tanto maleteo de por medio.

Los chinos por cultura son disciplinados y eso aprendí al 100% en solo 6 meses de estar trabajando, para los chinos no existe mañana. Para ellos todo es para ayer y no existe el “no se puede”, están convencidos que todo en la vida es posible. Si eres bueno, lo reconocen y te valoran.

Los chinitos son tan lindos que nunca pero nunca tendrán el afán de contradecir a una mujer, al contrario, siempre respetan y eso es algo digno de admirar, teniendo en cuenta que la sociedad en la que vivimos en machista y violenta.

Mi jefe siempre tiene el ceño fruncido sobre todo cuando algunos no cumplen con sus funciones y las metas no se llegan a concretar, en ese momento explota al estilo chino, gritando en un idioma casi satánico, sin embargo, luego regresa como el gatito con botas oriental tratando de enmendar su dureza.

Después de esta grata experiencia, solo me queda decir que siempre que puedan traten de relacionarse con personas de otras culturas, porque esa es una bonita manera de salir de nuestra zona de confort. Yo ando feliz porque me discipliné y aprendí a ser un buen soldado, tal como me dice mi jefe en su inglés masticado.

Mi meta era aprender inglés, aún no lo hago y ya pasaron 6 meses, lo que sí logré es entender a mi jefe chino, conozco a la perfección cuando está contento y cuando está enojado, si al final del día está satisfecho con los resultados o si por el contrario, desea matarnos a cada uno de los que formamos parte del equipo.

“Karina, ten paciencia, todo se puede, todo es posible”, hasta ahí todo es ideal con mi jefe chino, la magia se acaba cuando el gil del gerente del proyecto aparece a hacerle renegar, es en ese momento que le digo adiós al chino filósofo para dejar salir al chino bipolar….

Entre aprendizaje, disciplina, sentimientos y bipolaridad Esta es mi primera vez con un chino y estoy segura que serán muchos chinos más…

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