Ricardo Palma, en su tradición “Mosquita muerta”, nos relata la gestión de José de Armendáriz, marqués de Castelfuerte, el 28° virrey del Perú, quien se haría cargo del virreinato en 1724, y llegaría a Lima con la fama de ser un “duro” y que no aguantaba pulgas. Los limeños, después de pasado un tiempo y viendo a un virrey muy tolerante y permisible comenzaron a creer que su fama de malo era falsa y burlarse de él mediante los pasquines que comenzaron a inundar la ciudad. Escribe Palma, creyeron que “era un pánfilo, un bobalicón de tomo y lomo”. O sea, un caído del palto. Hasta que se soltó el hombre y pagaron caro los pendencieros.
Encuentro cierta analogía entre lo que ocurrió con el virrey marqués de Castelfuerte, con lo que acaba de pasar con los zombis al que la costumbre nos hizo llamarles congresistas, jorobando sin miramientos y sin tener piedad a Pedro Pablo Kucynski, y luego a Martin Vizcarra Cornejo, a quien lo tenían en vilo con amenazas permanentes y con descalificaciones procaces y vulgares que nos llenó de terror y preguntarnos en qué sociedad vivíamos. Los zombis calcularon mal, obnubilados por su poder y por su falta de capacidad, no se dieron cuenta en qué escenarios se habían colocado por haberlo propiciado.
Lo que ocurrió formará parte de otra de las páginas más oprobiosas de nuestra historia. La falta de ecuanimidad y sus bajas autoestimas, si es que la tuvieron, hizo que todo terminara como acabamos de ver: despreciados por el pueblo, que les reclamaba un mínimo de decencia y un poquito de respeto por el país. Sin embargo, no sabemos quiénes fueron o son más deleznables: los otrora llamados congresistas, o sus defensores más furibundos y atrevidos, donde hay intelectuales y personas muy cultas y con formación académica, aunque parezca increíble.
Superado este nefasto episodio de la política peruana, en esta nueva era, donde ya no tendrá amenazas, Martín Vizcarra gozará de libertad y debe encauzar su gobierno hacia las aspiraciones del pueblo, al librase de las emboscadas de la fauna política más feroz de la historia del país. Aquí comienza el verdadero desafío. Martin Vizcarra ya no tendrá excusas para no implementar las políticas nacionales para el desarrollo, a partir de la modernización de la gestión pública, buscando que no sea letra muerta y solo para exposiciones con el PowerPoint. ¡Necesitamos acciones, presidente Vizcarra!
“Comunicando Bosque y Cultura” le pide al presidente que debe profundizar la descentralización del país; revolucionar los servicios de salud y la educación; actuar acorde a los Objetivos del Desarrollo Sostenible; revolucionar integralmente el agro; sincerar los sueldos en la administración pública, que destruyó Fujimori; creación de un solo régimen laboral y sin diferencias abismales en los sueldos; sincerar las pensiones bajo un solo régimen; combatir la inseguridad ciudadana, que ya ha alcanzado niveles espeluznantes. En suma, gobernando para la felicidad de la gente, como pide Jeffrey Sachs, y sin tenerle miedo a los neoliberales, estos que quieren que el Estado desaparezca aunque cachueleen por lo bajo en el mismo Estado. [Comunicando Bosque y Cultura].