Este gran poeta de talla internacional, de honda representatividad de Cuba en este género artístico, es considerado como el más grande poeta en la poesía afro-cubana del siglo XX. Mulato, de raíces africanas, sus antepasados padecieron la esclavitud; su lucha emblemática por la libertad, contra el racismo y la defensa de los derechos sociales y políticos, han sido siempre el norte de su brújula poética.
Invitado por Pablo Neruda y Rafael Alberti asiste al II Congreso por la Defensa de la Cultura en España.
Viaja propagando sus ideas y poemas durante cinco años por toda América del Sur (1953 – 1958). Vuelve a Cuba después de la revolución cubana y asume el cargo de diplomático en varios países.
En las primeras décadas del Siglo XX, Nicolás Guillén, al igual que César Vallejo y Pablo Neruda, han emprendido nuevos rumbos y han encontrado otras vertientes por donde fluye la creación lírica acorde con las experiencias, sufrimientos, alegrías y aspiraciones de los pueblos latinoamericanos.
Los valores folklóricos afrocubanos, los políticos y sociales, y los valores humanos universales son las tres vertientes que caracterizan la inspiración de su poética. Su primera obra “Motivos del son” es un poemario donde a la ironía y la crítica social va expresada la risa y la alegría al acompasado humor y folklore musical negro cubano. El Son se caracteriza por la exposición de un tema seguido de una repetición de palabras, realizando así un juego rítmico y verbal y va creciendo: música y verso son uno.
Blancos y negros y
chinos y mulatos,
desde luego se trata
de colores baratos.
El siguiente “Son” martillea de manera implacable sus repeticiones.
Me matan si no trabajo
y si trabajo, me matan
siempre me matan, me matan
siempre me matan.
“Los cantos para soldados y sones para turistas”, poemas de forma sencilla y carácter polémico, subversivo. En uno de ellos pide al soldado que cese su enfrentamiento a su clase, a sus compañeros. Son versos de gran vigor reivindicativo:
Él sabe que no hay trabajo,
que el pobre se pudre abajo,
y que tras tanto luchar,
el que no perdió el resuello,
o tiene en la frente un sello,
o está con el agua al cuello,
sin poderlo remediar.
En “El son entero”, el acento del libro es más bien nacional que racial. El más singular de todos ellos es “Mi patria es dulce por fuera”.
Bajo tu risa ligera,
yo, que te conozco tanto,
miro la sangre y el llanto,
bajo tu risa ligera (…)
El hombre de tierra adentro
está en un hoyo metido,
muerto sin haber nacido,
el hombre de tierra adentro.
Y el hombre de la ciudad,
ay, Cuba, es un pordiosero:
Anda hambriento y sin dinero,
pidiendo por caridad,
aunque se ponga sombrero
y baile en la sociedad. (…)
Por fin los cantos de justicia y esperanza se hacen realidad en la revolución, en “Tengo”.
Tengo, vamos a ver,
que ya aprendí a leer,
q conocer,
tengo que ya aprendí a escribir
y a pensar
y a reír. (…)
Tengo que ya tengo
donde trabajar
y ganar
lo que tengo que comer.
Tengo, vamos a ver,
tengo lo que tenía que tener.
Así, el poeta canta el triunfo de Playa Girón, la fuga de Batista, la caída imperialista. Pero canta además la solidaridad de los pueblos, la pugna redentora de los hermanos de América Latina, al hombre negro contra la discriminación racial y la invocación por lo fraterno:
No sé por qué piensas tú
No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
– tú,
Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?
Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
– tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.
Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú…
¡No sé por qué piensas, tú,
soldado, que te odio yo!