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martes, abril 23, 2024

Requisitos para formar una familia

Sí, hay requisitos para formar familia. Son de obvia consideración y están registradas en las primeras páginas de la Biblia*, en el relato de la creación del hombre y la mujer:

“Por tanto dejará el hombre a su padre y madre…” Este es el primer requisito. No se refiere a olvidarse de los padres, dejar de visitarlos y no velar por sus necesidades. Se refiere a que si alguien desea formar familia, debe tener la capacidad de sostenerla sin la ayuda de sus padres, con la madurez emocional e independencia económica. Los jóvenes no deberían formar familia si no han cortado aquel “cordón umbilical” que les da protección, abrigo y comida. Cuántas parejas se han separado por permitir a los padres que se entrometan en sus familias, o por los propios hijos que corren a su “papito” o “mamita” cuando hay problemas. Los latinoamericanos somos muy paternalistas y así tenemos padres que mantienen las familias de sus hijos por años y con una influencia tal que entorpece el normal desarrollo del nuevo hogar.

El segundo requisito dice: “y se unirá a su mujer…”, rompe un lazo para formar otro; un fuerte lazo de amistad, de verdadero amor, de tal manera que el hombre y la mujer se conozcan, se complementen y apoyen mutuamente. Pero como esa unión plena se logra al pasar los años, entonces debe basarse en un compromiso de amor, de sincera intención de trabajar por esa unidad para desarrollarla, fortalecerla y no disolverla por cualquier motivo. En nuestra cultura lo llamamos matrimonio. Quien no quiere casarse, desconoce la seriedad y el valor que Dios le da a la familia, o tiene miedo, o se siente inseguro o no ama de verdad. Formar familia es formar una unión con la pareja de tal trascendencia, que luego la disfrutarán también los hijos. Aquí es oportuno señalar lo que debiendo ser obvio, parece que ya no lo es. La familia es de naturaleza heterosexual. El texto no dice “el hombre se unirá a su hombre” o “la mujer se unirá a su mujer”, por lo que pensar en la adopción de niños por parte de una “familia” homosexual, es ir no sólo contra la naturaleza sino contra el designio de Dios.

“Y serán una sola carne…”, se unirán sexualmente. Las relaciones sexuales alcanzan su plenitud cuando son la expresión física de la unidad y del amor que la pareja se tiene. Por eso, según el diseño de Dios, las relaciones sexuales sin amor y sin compromiso no tienen sentido.

En nuestra sociedad hace rato que nos hemos rebelado e invertido el orden divino: Primero sexo, luego el compromiso (que ya ni se valora). Nuestros jóvenes tienen relaciones sexuales siendo estudiantes, totalmente dependientes de los padres, sin madurez emocional y menos económica. No se les enseña a esperar, a desarrollar dominio propio, sólo se les dice que deben ser “sexualmente responsables” usando un preservativo, que para colmo ni tienen el dinero para comprarlo o ni saben usarlo. Los medios de comunicación aplauden el sexo sin compromiso, sin verdadera unión; y luego, al poco tiempo, las parejas se separan para quedarse con heridas emocionales no sólo en sus propias vidas, sino en la de sus hijos que todavía pequeños no logran comprender el por qué sus padres ya no se aman. Problemas varios, tristes consecuencias, innumerables casos que lamentablemente se dan por no seguir el consejo de Dios ni aprender de los siglos de historia humana.

Volvamos al principio, al origen de la familia, a su primera definición. Si nuestras autoridades no quieren hacerlo y enseñarlo, hagámoslo nosotros, eduquemos a nuestros hijos, enseñémosles que para tener relaciones sexuales y formar familia, nos conviene cumplir con los requisitos que da Dios.

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