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jueves, abril 18, 2024

NO A LOS VIEJOS ZORROS DE LA POLÍTICA

La corrupción no es patrimonio de los partidos políticos nacionales ni de las figuras conocidas por su participación en los últimos gobiernos. Está claro que la vocación por robarle al Estado es un vicio compartido por los movimientos regionales y sus cacicazgos chauvinistas y, por qué no dudarlo, por sus imitadores en gran parte de los municipios del Perú.

Uno de los reclamos que la ciudadanía realiza respecto a los partidos políticos y movimientos es su falta de renovación de cuadros. De manera especial en los denominados partidos tradicionales, se hace evidente que su manejo sigue a cargo de líderes que ya llevan muchos años y con los mismos vicios.

Y en términos generales, el desempeño de los nuevos personajes que han aparecido en la política peruana, ha sido decepcionante, por decirlo de una forma elegante.

En el diario caminar he constatado que en el Perú existen muchos jóvenes líderes que, por formación y por convicción, podrían aportar a nuestra alicaída política. Pero existe un natural rechazo de los jóvenes a asumir una militancia partidaria. Es evidente que la crisis y la pérdida de credibilidad de los partidos han alejado a los jóvenes de la actividad político-partidaria; por el momento, ellos prefieren manifestarse a través de las redes sociales y los colectivos que plantean demandas en asuntos específicos.

El problema radica en que estos jóvenes no encuentran en los partidos políticos el espacio ni las posibilidades necesarias para expresar sus posiciones y planteamientos respecto a los problemas de nuestra sociedad. Ni siquiera la cuota juvenil que se exige a las organizaciones políticas en las elecciones regionales y municipales ha sido suficiente para captar la atención y canalizar su efectiva participación. Generalmente las plazas de jóvenes son utilizadas como relleno y relegadas a los últimos lugares en la conformación de listas de candidatos.

Quizás sería interesante que para las elecciones al Congreso también se establezca una cuota juvenil en la conformación de listas. Los resultados serían sorprendentes, pero de hecho abrirían la posibilidad de contar con una saludable renovación de cuadros políticos a nivel nacional. Es tiempo que los partidos se reinventen y adecúen a la realidad actual, abriendo canales de verdadera participación para los jóvenes. Capacitarlos para que su aporte sea mucho más consistente y fructífero es una prioridad para todas las agrupaciones políticas que pretenden trascender en el tiempo. La no reelección de los actuales congresistas y los viejos zorros de la política puede ser una oportunidad para dar paso a los jóvenes, en un proceso de renovación política que no puede esperar más.

Nuestro país necesita renovar, a todo nivel, su dirigencia política. Esto no da para más.
(Beto Cabrera)

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