Noches calurosas, tormentas peligrosas que enloquecen hasta matar. Ese amor caliente, suave y animal. Mi aventura inició aquí…
El sol que traspasa la piel y nos deja tostaditas. Las lluvias «con todito y su abuelita». Los vientos que se llevan las calaminas de las casas. Los ríos que nos acogen cuando ardemos de calor. Los mototaxis que te llevan «aquisito». Lugar donde no hay panzones, sino «buchizapas». Donde no tienes amigas sino «ñañitas». Donde tus patas son tus «cumpitas». Donde el «ya vuelta», «so mentecato», «yaaa me estás engañando di», «vaya a engañar» y «ya maricón» son palabras que vuelve simpática a su gente. En donde si tienes sed tomas tu aguita de coco, si tienes más sed tomas un buen uvachado y aunque su comida engorde al mismo tiempo enamora.
Bosques que esconden misterios, pueblos perdidos en el tiempo y mucha aventura. Lagunas cristalinas, cataratas interminables, caminos verdes tan celestiales que incitan a perderse. Y bajo la mirada de un cielo infinitamente azul y de eternos matices, en Tarapoto el amor comienza.
Tarapoto es como una cajita de pandora, tiene un tesoro visible ante los ojos de todos y no solo de los curiosos. No es necesario buscar minuciosamente un lugar para ser feliz, porque en éste páramo, cada esquina es un mundo diferente que te regala alegría.
En Tarapoto todo lo que se come es rico: el paiche, el chorizo, la cecina, el tacacho, mamaco, suri y chicharra. Las aguajeras son tan divertidas, que a los hombres les preguntan siempre ¿Te lo pelo joven? y ellos emocionados responden ¡De una vez! y se van contentos con su aguaje bien peladito. La lluvia es bendita pero también es mata planes. El “si di”, “ya vuelta”, “duro”, “aldian”, “duro ya te espero”, “aquisito nomas” “allawita”, son las frases más comunes para expresarse. A las mujeres se les llama “huambrillas” y con estilo particular manejan sus motos en minifaldas, bien coquetas. Los “cumpitas”, las “ñañitas” y los “huambrillos”, todos son personas amables y humildes” ¿Es cierto di? Rico se vive por aquí.
El hechizo que embruja a quien conoce Tarapoto es impresionante, es como si la “pusanga” del amor hubiese hecho efecto. Utilizan rutas y curvas selváticas, las aventuras resultan ser bastante excitantes. Las noches en Tarapoto son interminables tanto como el amor que se puede disfrutar. Aquí es el paraíso, nos acoge una laguna azul que enamora y unas cataratas que te hacen tiritar de frío. Los lameños nos regalan su cultura como si el tiempo se hubiese detenido. El arte de los chazutinos y su gente que se desvive por hacerte sentir como en casa es algo incomparable. Si la aventura te llama, el canotaje te deja mojadito de pies a cabeza, eso no importa, porque mientras más agua y más fuerza, disfrutas mejor.
Tarapoto cumplió 237 años y es justo y necesario sacar el “indanachado”, el “uvachado”, el “rompe calzón”, el “para para”, el “sígueme que te atrapo”, la “viborita” y el “7 veces sin sacar”, un salvajismo embriagador, que nos hace recordar que debemos celebrar en vez de matar lo que tanto seduce, ésta bendita naturaleza.
Hagamos el amor en Tarapoto y no la guerra.
Abracémonos y no nos acuchillemos. Y tú “huambrilla”, camina en minifalda si tienes calor, ponte tu “shinela” de colores y disfruta tu agüita de coco. Si eres “buchizapa” no tengas vergüenza y ponte ese polito pegado. Si se te “moja la canoa”, disfruta de ello mientras te haga feliz. Si eres “supitero”, trata de no hacerlo cerca de mí y si eres “pishpira”, saca pecho y deslumbra a “chunchos” y “sapos” por donde vayas.
¿Me amas? “Difunto eh si”….”vaya a engañar so mentecato”