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jueves, marzo 28, 2024

Oros que destrozan la selva

de tinta y papel
Luis Ordóñez Sánchez
columnista

Cuando el arquitecto Fernando Belaúnde Terry decía que: “La selva es la despensa alimenticia del Perú”, expresaba una lúcida visión de desarrollo ordenado de la selva. Y, no solo decía, la frase no alimentaba el lirismo de fábulas inventadas; sino, aquella enriquecida visión plasmó en un gigantesco proyecto de asentamiento de la selva, mediante la colonización Tingo María, Campanilla, acompañado de la construcción de la majestuosa carretera marginal de la selva, que ahora lleva su nombre.

Empero, décadas anteriores y posteriores al planteamiento del Arquitecto Belaúnde, la selva soportó fiebres de enriquecimientos dinerarios mediante el uso desordenado de algunos recursos naturales.

En las primeras décadas del siglo anterior, se promovía la comercialización; de pescado de río: Boquichico, doncella, zúngaro, paiche, toa. Sobre todo, el paiche, es la especie que casi llegó a la situación de especie en extinción. Todas estas pescas se hacían en las “cochas” o lagunas naturales de la selva y en los ríos. De pieles de animales del bosque natural: Tigre, tigrillo, venado, huangana, sajino. Las carnes de un alto porcentaje de estos animales muertos fueron arrojadas como desperdicios. El ampi, una soga que fue extraída del bosque natural, en grandes toneladas, para sintetizar en veneno, que era exportado a países europeos. El caucho, que ha generado el ingreso descontrolado de mucha gente rentada a bosques vírgenes de la selva para extraer el látex de esta planta. Con éste látex se hacían los jebes, que a su vez se exportaban a países europeos. Como consecuencia de éste trabajo extractivo, los comerciantes cometieron atropellos indignantes contra los indígenas, naturales de la selva. La cocaína, es la síntesis de la hoja de coca. Las miles de hectáreas de cocales establecidas en la selva, se hicieron tumbando los bosques vírgenes sin ninguna misericordia, sin ninguna planificación, dejando aquellas miles de hectáreas desertificadas, porque simplemente con el mal manejo que se daba a esas ilícitas plantaciones, se ha permitido la pérdida absoluta del recurso suelo. Minería ilegal, la última revolución de la destrucción. Qué maravilla, de nuevo, están emergiendo otros ricos de dinero, afectando, cuando no, los recursos de la selva. En inconcebible, que en un estado de derecho, no se pueda poner a derecho a quienes realmente destruyen la selva, solo por dinero, solo por contentar el ego de éstas personas. ¿Un gobierno democrático es así de endeble, que la gente hace lo que quiere? Alguien de alto nivel político dijo que “El 2016 recién vamos a formalizar la minería ilegal” ¿El 2016? Es decir, cuando los mineros ilegales hayan reunido la suficiente cantidad de dinero como para vivir holgadamente toda su vida. Cuando no haya un pez en los ríos, cuando simplemente no existan bosques. Cuando los pobladores nativos hayan sido desalojados a tiros de metralletas ¿El Congreso de la República está cumpliendo con su función? ¿El Gobierno Central está cumpliendo con su deber?

¿Por qué no se muestra justificado respeto a la selva? Los ricos de ayer y de hoy, como nos damos cuenta, se hicieron a merced de cazar libremente del bosque, animales que nunca fueron criados, producidos por nadie. De extraer sogas, látex, de plantas que nunca fueron producidos por nadie. De extraer oro de los ríos, que nunca fueron producidos por nadie. De talar maderas de los árboles que nunca fueron producidos por nadie. La única producción que se hizo fue la planta de coca; pero, facilitando la pérdida del recurso natural suelo, quedando esas áreas totalmente desertificadas, ahora convertidas en shapumbales, donde no se produce ninguna planta y donde no vive ni siquiera un ucullucuy (Lagartija). Por tanto, estos “oros” que destrozan la selva, solo han traído “riqueza” dineraria a unos pocos, muerte a muchos nativos y destrucción de los recursos de la selva.

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