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viernes, abril 19, 2024

El sábado pasado en Chazuta

Pese a no tener apoyo de ninguna autoridad –porque así somos, hablando filosóficamente–, suelo visitar los pueblos para recoger información testimonial de las personas que tienen todavía recuerdos frescos de la historia y las anécdotas de los pueblos. Esa información después la contrasto con los que consigue el investigador de archivos don Humberto Segundo Gallegos Arévalo. Lo hacemos porque por la ignorancia de las autoridades del pasado no quedan archivos de la historia de los pueblos lo que ya es de verdad horrible. A ninguna autoridad, ni de ayer ni de las actuales, les interesa conservar el acervo archivístico, no porque sean unas bestias, sino porque han entendido mal el paradigma de la competitividad porque para estos grajos, zafios, sandios y cucufatos, todo gira en torno al dinero.

El sábado pasado he vuelto a visitar Chazuta, pueblo maravilloso e histórico, para recoger información de su historia de los últimos ochenta años. Quería corroborar y confirmar información sobre su historia porque tenía datos sueltos y la visita de este pasado sábado fue, de repente, la más fructífera que hice en la última década, por la información obtenida y porque, después de muchísimos años, pude conversar largo y tendido, con valiosos referentes, como son Wahington Freitas Ayachi, Olson Tanchiva Cenepo, Francisco Villanueva Cenepo, Guillermo Fasabi Onorbe, Darwin Ishuiza Shapiama, acompañados de Francisco Tapullima Yaicurima y s terminamos degustando un riquísimo caldo de gallina.

A mano Humberto Segundo y a mí nos interesan las historias de los pueblos y recoger las semblanzas de los personajes que vivieron y son parte de las vivencias de esos pueblos, como Víctor Hugo Arévalo Tenazoa y Vicente Varela Putapaña, pero a quienes el pueblo no ha sabido expresar su gratitud, probablemente por algún tipo de resentimiento, que he podido percibir, resultado de una manipulación que ha terminado calando bien en el corazón de algunos chazutinos. Cuando hice la indagación me dieron el nombre de un foráneo, fanático y politizado maestro que contrajo matrimonio en el pueblo, pero dejó la cizaña bien sembrada en el pueblo.

Sin ser tremendista, superlativo e hiperbólico –como dirían nuestros intelectuales que a las justas leyeron “Coquito”–, la modernidad llegó a Chazuta poquísimos años después que hizo su presencia en el Perú. Por ejemplo, me sorprendió, que el avión llegara a Chazuta en 1945, diez años después que lo hiciera a Tarapoto. El primer club deportivo se constituyó en 1935 (datos por confirmar, pero que no ofrecerían dudas), como fue el Club Loreto, donde jugaron Aurelio Armas Gonzales, Blas Ríos, Nicolás Alberto Flores Ramírez (temible puntero izquierdo), Leonidas Panaijo, Amadeo Sangama, Sebastián Tapullima, entre otros. Huelga decir que los hijos de estos grandes jugadores no patearon ni sapos. En 1940, la familia Cenepo formaría el Club Deportivo Sucre, en el barrio donde viví.

Voy a seguir retornando a Chazuta los sábados para recoger la historia de este maravilloso pueblo. A ver si los alcaldes “se dicen alguito”. [Comunicando Bosque y Cultura].

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