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viernes, abril 19, 2024

¿Miel o hiel?

Revuelca y se revuelca, envuelve y revuelve, cansa, descansa, aprieta y hasta que por fin suelta. De distintos modos siempre logramos sentirlo, a veces tan duro y otras como si fuese imperceptible. Adentro o afuera, no importa, porque nunca podrá escabullirse.

Levante la mano quién que se ha topado con ese personaje típico que camina airoso, con el pecho inflado, mirando de reojo, deseando que todos le limpien el piso por donde pasa, como si nada importara más que él. Todos, absolutamente todos, conocemos a hombres y mujeres que caminan sobre huevos cuando adquieren cierto poder por algún carguito provisional.

En este contexto, he conocido personas que sufren de lo que yo llamaría “Empoderamiento déspota y ególatra”, personas que suelen exigir adoración, que tratan de manera déspota y sin respeto a los de su entorno y que para variar, se vanaglorian de tener ideas extraordinarias, cuando en realidad son copia y pega de otros. Personas que tienen un exceso de ego disfrazado de amor propio y que intentan destruir al resto como si se tratara de insectos despreciables.

Algunos empleados agradables y solidarios se convierten en auténticos tiranos cuando alcanzan posiciones de jerarquía. Otros, se vuelven excéntricos. ¿Están agrandados? ¿El poder se les subió a la cabeza?

Ayyy si les contará cuántos de estos personajes están en sitios comodines en muchas instituciones públicas. Es realmente increíble cómo cambian cuando acceden a un poco de poder dentro estas organizaciones. Se convierten en personas con una gran imposibilidad de autocrítica, creen que llegaron a ese nivel porque su conocimiento es superior al de aquellos que están en niveles “inferiores” de poder. Algunos se comportan como si fueran indispensables, llegando al punto de invalidar a todo aquel que proponga un cambio con el propósito de mejorar, convirtiéndose en “destructores” de nuevas ideas.

Este tipo de personas hay a montones y cada vez se reproducen más. Sufren de un terrible aumento del ego, identifican poder y tener, con ser. Se dicen a sí mismos: “Si tengo más poder que el resto, entonces soy mejor que el resto”. También suelen creer que quienes piensan distinto son enemigos y algunos llegan incluso a asignar una intención a la diferencia de ideas, por ejemplo: “Me envidian”, “Me quieren dañar” o “Buscan desestabilizarme”.

Quienes sufren de sentimiento de excesivo poder quieren subir corriendo pisando al resto, pero lo que no saben es que tendrán que bajar por ese mismo lugar dentro de un par de años y ahí se toparán con los mismos a los que han asqueado. El poder sólo se sube a la cabeza cuando encuentra un cerebro vacío.

El poder existe y toma cuerpo y presencia en los gobernantes, en los que mandan y habita en las instituciones, es por eso que con frecuencia la política nos va a situar con este tipo de personas.

Mi abuelo siempre me decía: “Hija no necesitas volar para darte cuenta que ya tienes el poder. Tú posees el poder de soñar, de hablar, de caminar, de amar o de odiar. Eso es poder y está dentro de ti”. Mi abuelo era un capo, sin duda alguna.

El poder es gracia y desgracia, es lento y violento. El poder oye, no escucha, da, quita y se desquita, traga y se atraganta. El poder no tiene recato es mentecato, fintea y babea casi siempre. El poder moja y moja bien.

Ya lo dijo Gandhi una vez: “El problema no es el ruido de los malos, sino el silencio de los buenos”….Tú decides si quieres empalagar o envenenar de amargura.

Se atrapan más moscas con una gota de miel que con un barril de hiel…. y tú ¿Qué prefieres?

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