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sábado, abril 20, 2024

El aparato que nos vuelve locas

Las ganas nunca se irán. Es como si el deseo encarnará cada parte del cuerpo. Nuestras manos se vuelven el pasaporte para ese pequeño viaje de gloria.

Es tan adictivo que se debe tener cuidado al manipularlo, porque se corre el riesgo de querer quedarse más tiempo en ese lugar privilegiado.

Cuánto más, mejor. Aunque te impacientes, el momento adecuado aparecerá cuando menos te lo imagines y con frecuencia te encontrarás con trucos nuevos para mostrar.

Adoramos tocar ese pequeño aparato, ese que nos vuelve locas. Desde que amanece se ha vuelto parte importante de nuestras vidas, indispensable, porque si no lo tenemos a la mano, pareciera que el mundo se cae a pedazos.

Está presente en el colegio, en el gimnasio, en el trabajo, en la calle, en el restaurante, en la iglesia, en la discoteca, en todos lados. Con el celular registramos momentos especiales y por si fuera poco, los momentos más desgarradores.

Hace unos días, los medios de comunicación informaban un nuevo suceso que paralizó al país entero. Veinte personas murieron calcinadas al arder en llamas un ómnibus en Lima. Muchos se sorprendieron por la noticia, pero como somos insensibles al dolor ajeno, en cuestión de horas, las personas pedían más. Pedían saber ¿Cómo sucedió?, Si alguien grito, ¿Quiénes eran los familiares?, Si había niños y sobre todo si alguien había logrado capturar las escenas en el momento exacto del siniestro.

Más de una persona se sentirá aludida con lo antes mencionado, porque estamos acostumbradas a alimentar el morbo. Si una mujer es asesinada por su pareja, las ganas por saber ¿Cómo fue?, de ver alguna fotografía de su cuerpo descuartizado, quemado o golpeado, algo que nos pueda recrear el momento exacto del crimen, es un sentimiento que se ha convertido en parte de nuestras vidas.

En este caso particular del incendio del bus, el morbo fue igual o peor, puesto que en el momento exacto que inició el fuego, hubo más de 10 personas grabando, esperando que todo ardiera y todos murieran. En vez de ayudar, solamente capturaban el momento con el celular. ¿No les asusta esto? A mí, sí, porque siento que nos volvemos caníbales y poco a poco terminaremos matándonos los unos a los otros, y eso, sí da miedo.

A mí, por ejemplo, me genera rabia cuando sucede algún accidente y alguien me pregunta: “¿Hay muertos?”, como si en realidad es lo que quisiera. O cuando hay víctimas mortales y me dicen: “Pasa el video del muertito”. Situaciones como éstas, solo atemorizan, porque en algún momento, nosotros o alguien cercano, puede ser el protagonista del video o de la foto capturada por hombres y mujeres sedientos de sangre y violencia, de ese morbo que los enloquece.

Las personas saben que son privilegiados de poder contar con tecnología que les ayude no solo a observar, sino a compartir. Ellos, tienen la impresión de ser útiles, de actuar y formar parte del acontecimiento, de decir: “Yo estuve ahí”, como si eso fuera algo digno de aplaudir y para variar muchos lucran con ello.
La tecnología en aparatos móviles se ha vuelto en nuestro peor enemigo, no solo nos alejada del mundo al convertirnos en seres con cero actividad interpersonal, sino que también nos insensibiliza, volviéndonos en monstros cibernéticos, esos que graban y fotografían por simple placer, sin importar el dolor ajeno.

El celular es el aparato tecnológico que nos vuelve locas, pues estar incomunicadas es lo peor que podría pasarnos, pero todo esto no es indispensable, a veces es rico sentirse libre, sin estar atada a la tecnología
Y a ti ¿Te vuelve loca el aparato?

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