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viernes, abril 26, 2024

Aves sin Nido Clorinda Matto de Turner

(Cuzco, 11 -11 -1852 – Buenos Aires, 25- 10-1909)

Autora de nuestra novela realista más importante y más difundida del siglo XIX y que la llevó a la fama continental.

En “Aves sin nido”, el indio aparece por primera vez, no como un personaje decorativo o pintoresco, sino como el hombre de carne y hueso en toda su orfandad y miseria. Denuncia abiertamente el rigor de la explotación del campesino serrano, permitida y en complicidad con instituciones y autoridades civiles, militares y religiosas. En ese sentido resulta precursora del Indigenismo de Arguedas, López Albujar y Ciro Alegría. Para muchos, su decidido anticlericalismo, expresado también en su novela “índole”, resultaba demasiado chocante, pero ella denunciaba realidades concretas y dolorosas como la libidinosidad y el amancebamiento de los curas en los pueblos del Perú.
Clorinda definió a su obra como: Fotografía, imagen o copia al natural que expresaba los vicios y las virtudes de un pueblo; con la consiguiente moraleja correctiva, retrataba la vida oprobiosa de las masas indígenas.
En su novela “Herencia” resalta además la gran importancia de la educación en el desarrollo de la sociedad. Gran parte del remedio de los males peruanos, de la opresión del indio, de la postergación de la mujer o de los desvíos de la juventud, se halla en la educación.

“Aves sin nido” significa la liquidación del Romanticismo quejumbroso. La vida allí aparece en su corrupción, no en su belleza; está despojada de vanos idealismos. Es una narración y una denuncia en el conservador ambiente limeño.

Publicaba el periódico cacerista “Los Andes”. Al triunfar la revolución de Píérola, su casa fue asaltada, quemada su imprenta y para salvar su vida tuvo que emigrar a Argentina junto con su hermano, convirtiéndose también ella en una “Ave sin Nido”. Viajó por toda América y Europa, pero nunca volvió al Perú.

“Aves sin Nido”
El telón de fondo de esta obra alude al, amor imposible entre Margarita y Manuel en medio de la lucha de indefensos campesinos contra la – prepotencia extrema de gamonales aliados de malos sacerdotes y jueces venales y corruptos.

Los campesinos de Killac son obligados injusta y prepotentemente al pago adelantado para comprometerlos y obligarlos a vender su lana de alpaca —principal fuente de sus magros Ingresos— a precios, irrisorios el quintal. Si no cumple o esconde la lana, su choza es allanada y él sometido a infames torturas. El indio Juan Yupanqui y su esposa Marcela, madre de Manuel, viven esta angustia.
En medio de tantas intrigas, asesinatos y venganzas, Manuel, hijastro del gobernador Pancorbo, se enamora sentidamente de Margarita, a quien se apresura a pedirla en matrimonio. Pero se descubre una triste y dolorosa verdad: Ambos son medio hermanos de un oculto padre que es nada menos que el antiguo cura de Killac: Pedro Miranda, que ahora es el obispo Don Pedro de Miranda y Claro

FRAGMENTO
Señor Martín: Amo a margarita y he venido a pedir su mano.
– Pero …
– No yo no soy hijo de Sebastián Pancorvo: Una desgracia, el abuso de un hombre sobre la debilidad de mi madre me dio el ser. Don Sebastián al casarse con mi madre le dio a ella el honor y a mi …. me prestó el apellido. Don Fernando: Mi padre fue el Obispo, don Pedro Miranda y Claro, antiguo cura de Killac.

Don Fernando y Lucía palidecieron.
– ¿Quién ha dicho usted?
– El Obispo Claro señor.
– Don Fernando debía finalizar aquella situación de agonía y dijo, estrechándolo contra su pecho:

“Marcela en los bordes del sepulcro confió a Lucía el secreto del nacimiento de Margarita.

No es la hija del indio Yupanqui… sino del Obispo Claro.
-¡Mi hermana!
-¡Mi hermano! Dijeron a una voz Manuel y Margarita, cayendo en los brazos de su madrina cuyos sollozos acompañaban el dolor de aquellas tiernas aves sin nido.

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