Los sinónimos son semejantes, pero no iguales, nunca iguales. Si recordamos bien estos criterios, podremos distinguir mucho mejor los términos de Realismo Maravilloso y Realismo Mágico.
En ambos, la primera palabra es referida a lo real. Ahora, el Realismo Maravillo, donde se interrelaciona lo real y lo fantástico, decimos que ha existido siempre, en todo tiempo y lugar; es más: es connatural al espíritu humano, desde los comienzos de la humanidad, de la formación y cultura de todos los pueblos. Se constituye en su saber ancestral y se expresa en sus mitos, leyendas, fábulas, creencias, costumbres; constituyen la tradición de sus pueblos. Los chamanes, los patriarcas fueron los primeros sabios, los primeros filósofos y también los primigenios poetas.
Los románticos y antropólogos, mucho después estudiaron y reconocieron el enorme valor cultural y su influencia decisiva en los pueblos formados, en esas comunidades, y usaron la palabra folklore (de falk = pueblo y lore = ciencia) saber popular, refiriéndose a tan importantes creaciones culturales.
Muchos de esos pueblos su gran mayoría, carecían de escritura, o era muy incipiente; sus contenidos eran conservadas constituyendo la tradición. Las trecientas ochenta y tantas fábulas de Esopo el griego (siglo IV A.C) fueron mucho después compiladas por Fedro el romano. Esopo no dominaba la escritura. Igual en religión. De Jesús no se conoce ningún escrito, menos de Buda, tampoco de Mahoma. El Califa Omar, después da la muerte del Profeta, reunió a una pléyade de escritores, quienes redactaron las enseñanzas, así nació el “Corán”, el libro sagrado de los musulmanes. Sócrates tampoco; conocemos de él, su pensamiento y sus enseñanzas a través de Platón, su discípulo.
Sin embargo, veamos ahora, a comienzos de este siglo. Pongamos como ejemplo a James Joyce en su “Ulises”; escritor irlandés ya maneja el lenguaje literario (figurado, alegórico, simbólico) habiendo ido perfeccionándose. Ahora tenemos incluso más de quince técnicas narrativas como: el monólogo interior, el raconto, la caja china, el dato escondido, el flash – back, etc., que responden a una profunda necesidad de expresión y es precisamente en el Realismo Mágico donde ya sus maestros representantes las utilizan.
Entonces, es el mismo Realismo maravilloso en nuevas formas y maneras aprovechando todos los materiales logrados a través del tiempo y sorprenden al mundo con este nuevo movimiento literario, constituyendo la tendencia en fecunda Escuela literaria: El Realismo Mágico. De esta manera creemos que se aclaran bien los dos términos entre lo real y lo fantástico. Asturias y Carpentier convinieron en que la historia latinoamericana es nada menos que “una crónica de lo real maravilloso”. Gabriel García Márquez, considerado como su más caracterizado representante nos dice: “Mi compromiso –nuestro compromiso, yo subrayo- es con toda la realidad y no sólo con una parte de ella: la historia, la mítica, lo legendario, el folklore, ideales, aspiraciones revolucionarias.
Todo ello, fue propalado por todo el mundo, por el fenómeno literario del “boom latinoamericano”.
En “cien años de soledad”, Gabriel García Márquez, nos alcanza un suceso, un descubrimiento, arrancado de la misma realidad, pero logrado genialmente por el personaje desde su visión en su mítico y recóndito Macondo.
José Arcadio, el patriarca de los Buendía, no había logrado fotografiar a Dios, pero de tanto investigar en el laboratorio de alquimia de Melquiades, de pronto irrumpió en la sala, fascinado, exclamando. “quiero decirles que ha llegado a la indefectible conclusión de que la tierra es redonda como una naranja”.
HOMBRES DE MAÍZ (Asturias). El hombre fue hecho de maíz según la creencia maya; es decir, el maíz como parte de su ser y alimento sagrado. El cacique Gaspar Hijom representa esta creencia y con su gente defiende esta posición abiertamente encontrada con la que considera al maíz como un producto comercial cualquiera que sirve únicamente para enriquecer a unos y empobrecer la tierra. Se da el conflicto, chocan las dos concepciones, se produce una lucha a muerte; el cacique es envenenado y toda su familia asesinada. Tomás Machojón está ahora “pedido” por los hechiceros, por ser el directo culpable. La realidad y la leyenda se entremezclan en sucesivos episodios, como en un laberinto mágico. El enfrentamiento ya parece ahora ser el de dos culturas en medio de lo sagrado y lo profano.
Todo en “Hombres de maíz” cobra una dimensión mágica.