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viernes, marzo 29, 2024

A Trabajar

El proceso eleccionario ha concluido. Nadie debe estar pensando en celebrar. No hay nada que celebrar, solo queda trabajar. Que la agrupación política ha ganado o ha perdido. Nadie ha ganado ni ha perdido. Con los desastrosos comportamientos de los manejos de la administración pública de los gobernantes precedentes, la gobernabilidad de la comunidad está dolida, muy enferma, con estado de ánimo destrozado, el aparato estatal está hecho cenizas, en escombros. Nada de celebraciones, de borracheras. Queda resarcir desprestigiadas actitudes y que no necesariamente fueron de sujetos del ayer, sino que están andando ahora con nosotros y quizá nos miran hacia abajo como si fuéramos personas “tontas”, que de repente carecemos de esas acriolladas majaderías teñidas de denso delito. Han arribado a las cúpulas del poder con esos dineros mal habidos de drogas, crímenes, robos, minerías destructoras, terrorismos, corrupciones. Han creído y han hecho creer que son los amos y señores de la amplia mayoría del pueblo. Estaban metidos en la política, en la función pública, en el comercio, en la industria, en la educación, en la salud, en la empresa, en la agricultura. Así están viviendo soñando y creyéndose que son los máximos inteligentes de su minúsculo círculo, que lamentablemente han extendido esos malos actos y de nefasta manera a la población.

Resarcir desprestigiadas actitudes significa trabajar por largo tiempo de manera honesta, dando valor a la palabra, brindando absoluto respeto al prójimo. El nuevo gobernante debe pensar y estar bien consciente, que el ajustado triunfo electoral no fue con los votos de su agrupación política con la que se presentó a la justa electoral, ha sido con los masivos votos de personas independientes, que ven en él la posibilidad de cambio en los sistemas de gobernabilidad, distintas a los ya experimentados. En ese sentido, pensar en celebraciones de triunfo no se ajusta a la coyuntura, solo queda trabajar.

El trabajo debe comenzarse con la elaboración del plan estratégico del periodo de gobierno. Y, el plan no se hace dentro de cuatro paredes, por genios que casi siempre piensan en sus conveniencias. El plan se inicia en las opiniones, en las voluntades de las poblaciones que viven en los pueblos de las jurisdicciones, no importa la distancia con respecto a las ciudades o a las capitales, no existen disposiciones de discriminaciones por residencias, tampoco por el color, la procedencia, la cantidad de dinero, el estado civil, el grado de instrucción. Para la elaboración del plan estratégico primigenio, se necesita conocer la opinión de la gente en función a su vida del día a día. Algunas autoridades piensan que ya tienen las obras a ejecutar y ese es el mejor plan estratégico. Si bien en el proceso de campaña los candidatos auscultan y reciben las sugerencias de los pobladores; sin embargo, no es suficiente, porque un candidato no ha recorrido a más de 70 distritos, menos a cientos centros poblados y caseríos. La información acopiada en la campaña es importante, pero no es suficiente. Hay que darse un espacio para conocer esos valiosos aportes, mejor si provienen de caseríos, de las personas más valiosas de la jurisdicción que son los productores, generadores de las economías familiares. En el plan se deben definir lineamientos del gobierno, objetivos, metas y los proyectos que deben conducir a ese desarrollo. Si el ausculta miento del candidato fue bueno, entonces los iniciales proyectos del candidato deben estar registrados. Pero, el plan no solo dice obras con cemento, también debe decir cultura, historia, educación, buena salud, mucha investigación. Además, cambio positivo de actitud, donde la persona es importante, no solo porque emitió su voto que hizo posible el triunfo del candidato, sino porque forma parte de la sociedad y nadie es más ni menos que otra persona. El candidato ganador debe emular, en la medida de sus posibilidades, las actitudes de humildad de Jesucristo. El equipo que acompaña, debe estar bañado de densa honestidad, tirando drásticamente de sus ojos, los signos de dólares y soles, que generalmente se presentan actualmente como fáciles tentaciones de casi todo funcionario público. Quien realiza un trabajo público representa a la comunidad y es autoridad, y como tal, su presentación al pueblo caminará acorde a ésta circunstancia, una persona cargada de humildad y de servicio. Aquí también se cumple lo dicho: “Si no vivo para servir, no sirvo para vivir. La autoridad, que emana del pueblo y es reconocida por Dios, enseña con el ejemplo. Los servidores públicos, por eso se llaman así: servidores, emulan este comportamiento del líder. Siempre al servicio de los demás. Entonces, ahora no queda otro camino que a trabajar en bien del pueblo.

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