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viernes, abril 26, 2024

Chejo actitudinal

En ésta parte del planeta, se dice “chejo” a la persona o animal que carece del funcionamiento de un lado de vista. Pero, aquí se estima dejar pinceladas de un concepto más amplio, referido a lo actitudinal de las personas que solo miran a un lado, a conveniencia. Un ejemplo simple, tener un congreso chejo, que cuando le conviene profiere a los cuatro vientos que tal autoridad actúa bien; pero cuando no le conviene, en otro momento, la misma autoridad no está bien. Para no perder tiempo en sanguinolentos grupos que succionan abiertamente los recursos del pueblo, el enfoque de chejo se orienta a cada uno de los mortales de a pie, que al final son los personajes más importantes de la sociedad.

Soy chejo porque me obsesiono en pretender ver los errores del todas las personas. Que el vecino siempre está desplazándose en las arterias de la ciudad, según él, buscando encontrar negocios. Mientras el vecino florece en las calles ¿qué hago yo? Claro, no me percaté que también estoy muchas horas frente al televisor, en otras oportunidades estoy varias horas con mis grandes amigos bebiendo cervezas o trago corto, estoy con ellos porque éstas bebidas me dijeron son vitamínicas. ¿No es el mismo tiempo desperdiciado por mi vecino y yo? En efecto, es el mismo tiempo desperdiciado, porque ese tiempo jamás volverá a nuestras vidas, es como el agua que pasa sin fin, que si no lo tomamos simplemente se fue para siempre. Ese tiempo perdido es como el agua que se va de nuestras manos. ¿Por qué puede considerarse tiempo perdido si estaba con mis amigos? ¿Amigos? ¿Cuál amigos? ¿No hubiese sido mejor que este tiempo dedicaras a pasar con la esposa, con los hijos, con los padres? En realidad, yo solo veía la actitud de mi vecino, que supuestamente perdía tiempo inútilmente, no me miré en que el mismo tiempo también yo pierdo en cosas infructuosas.
Yo me ufano de ser el mejor padre. ¿Mejor padre seré si no comparto el tiempo ni las comidas con mis hijos? ¿Si sólo llego a casa a exigirles que hagan sus tareas con palabras poco amables y altisonantes? Hago el papel de chejo actitudinal.

Me ufano también de ser el mejor esposo. ¿Es el mejor esposo cuando el hombre macho pasa en actos reproductivos con una y otra ante los ojos abiertos de la sociedad? En efecto, soy un chejo actitudinal.

Soy tan chejo que solo miro los supuestos defectos de mis hijos, les hablo gritando si es que tengo la oportunidad de hacerlo. Tan chejo que de mi esposa solo pregono a los cuatro vientos sus supuestos defectos…ella no tiene virtudes, porque no las veo, quiero tapar mis voluminosos defectos mirando solo un lado, de frente, destilando amargura en mis labios solo para con mis familiares directos. Mientras que con la otra persona intrusa solo broto sonrisas dulces, claro, dulces son sus frágiles envolturas, que pronto, con la mínima tempestad se romperá, será allí cuando brotarán las densas amarguras. Entonces, querré retornar a los míos, pero, será tarde, muy tarde. Recién pretenderé valorar la grandeza de la familia, pero, ya el ocaso de la vida me alcanzó y solamente seré arrastrado a la intemperie del desierto destino de mi vida.

Quiero que cambie ella, que todos cambien. ¿A qué deben cambiar? ¿A tu capricho? ¿Crees que con sus cambios, tú al fin tomarás la valiente decisión también de cambiar? No, no, no. No es así, falso perfecto. Tú careces de absoluta autoridad de pedir que ella cambie.
Pues, restablecerás alguna autoridad si tú primero cambias. Tu primer cambio debe ser restablecer tu vista afectada y dejar de ser chejo actitudinal. Así podrás mirar de manera integral, comenzando por casa, iniciando la mirada pausada desde el interior de vuestro ser, para recién poder observar la belleza de la naturaleza que el Señor nos ha regalado. No es tarde, nunca es tarde para Dios, porque la vida humana es tan corta que pasa rápido, como pasa el sol en un día, bañando con sus rayos tu ojo chejo y luego va a descansar, para de nuevo volver como si nada hubiese pasado.
Mientras el sol se pone en triste ocaso, tienes la oportunidad de tomar tan valiente decisión de cambiar estimado chejo actitudinal, para poder convertirte de falso perfecto en hombre humilde lleno de bondad. Para Dios todo es posible, hasta le es posible llenarse de paciencia para esperarte que sanes de esa maligna miopía actitudinal.

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