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sábado, abril 20, 2024

Realidad y realismo maravilloso “El siervo escondido” “Los dos amigos y el oso”

El maestro debe tener siempre muy en cuenta el trasfondo de la fantasía, más aún cuando se quiere entender el mito como sinónimo de mentira o equivocación.
¡Cuidado con la fecunda imaginación del estudiante, sobre todo del niño ¡Cuidado con los disparates! La literatura infantil, que casi siempre es literatura fantástica, exige del maestro distinguir claramente los contenidos realistas dentro de los argumentos fantásticos que muchas veces sólo excitan la imaginación pero con el propósito de ilustrar y dar cauce a una enseñanza en forma alegre, vivaz y artística, como en esta fábula de Esope

Los dos amigos y el oso.
Marchaban dos amigos por el mismo camino. De repente se les apareció un oso.
Uno se subió rápidamente a un árbol ocultándose en él; el otro, a punto de ser atrapado, se tiró al suelo, fingiéndose muerto.
Acercó el oso su hocico, oliéndole por todas partes, pero el hombre contenía su respiración, porque se dice que el oso no toca a un cadáver.
Cuando se hubo alejado el oso, el hombre escondido en el árbol bajó de ésta y preguntó a su compañero qué le había dicho el oso al oído.
-Que no viaje en el futuro con amigos que huyen ante el peligro y abandonan al amigo cuando están en riesgo –le respondió.
Realidad y realismo. Entonces se hace imprescindible entender y distinguir realidad de realismo. Por miopía se tiende mucho a limitar el sentido de lo que se llama realismo literario. No consiste, como muchos creen, en captar sólo lo exterior, “objetivo”, quienes así lo entienden sólo aspiran a copiar fotográficamente la periferia de la fecunda realidad. Si así fuera, hace mucho tiempo que la fotografía hubiera reemplazado a la pintura y el periodismo mezclado con sociología a la literatura. La obra literaria se pone en contacto con el lector por otros cauces y en zonas más profundas de la realidad humana, donde se da lo más integral y auténtico de su ser. No sólo en las dimensiones de la conciencia, sino más allá de los esquemas racionales, más allá de las ideas demasiado abstractas. La realidad, esa delgada película que en nuestro derredor –para unos- constriña, limita a nuestro desbordante mundo interior que siempre pugna por manifestarse, actuar, transformar. Revisamos esta historia “aparentemente” fantástica.

El ciervo escondido.
Un leñador de Cheng se encontró con un ciervo asustado y lo mató. Para evitar que otros lo descubrieran, lo enterró en el bosque y lo tapó con hojas y ramas. Poco después olvidó el sitio donde lo había ocultado y creyó que todo había ocurrido en un sueño. Lo contó, como si fuera un sueño, a toda la gente. Entre los oyentes hubo uno que fue a buscar al ciervo escondido y lo encontró. Lo llevó a su casa y dijo a su mujer.
– Un leñador sonó que había matado un ciervo y olvidó donde lo había escondido y ahora yo lo he encontrado. Ese hombre sí que es un soñador.
– Tú habrás soñado que viste un leñador que había matado un ciervo ¿Realmente crees que hubo un leñador? Pero como aquí está el ciervo, tu sueño debe ser verdadero –dijo la mujer.
Aun suponiendo que encontré al ciervo por un sueño –contestó el marido- ¿A qué preocuparse averiguando cuál de los dos soñó?.
Aquella noche el leñador volvió a casa, pensando todavía en el ciervo, y realmente soñó y en el sueño soñó el lugar donde había ocultado el ciervo y también soñó quien lo había encontrado. Al alba fue a casa del otro y encontró al ciervo. Ambos discutieron y fueron ante un juez, para que resolviera el asunto. El juez le dijo al leñador.
Realmente mataste un ciervo y creíste que era un sueño. Después soñaste realmente y creíste que era verdad. El otro encontró al ciervo y ahora te lo disputa, pero su mujer piensa que soñó que había encontrado un ciervo. Pero como aquí está el ciervo, lo mejor es que se lo repartan.
El caso llegó a oídos del rey de Cheng y el rey de Cheng dijo:
¿Y ese juez no estará soñando que reparte un ciervo?
Realismo maravilloso.
Realidad y realismo se dan la mano para ingresar a aguas profundas, un poco como Alicia penetra en el espejo, en el país de las maravillas. Y esto no solo lo encontramos casi en todos los escritores, sino en la imaginación de todos los pueblos, en su literatura oral y escrita: en sus sagas, leyendas y folklore.

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