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viernes, abril 26, 2024

Tierra no aburrida

La lluvia es copiosa. Las moto taxis están ocupadas. Hay gente en las esquinas esperando que pase una para solicitar sus servicios, pero ya pasaron varios minutos y todas se desplazan a altas velocidades y otras haciendo sonar sus tubos de escapes abiertos. De pronto aparece un aparato y se detiene a dejar sus pasajeros, son dos turistas, un pelirrojo y otro con bigotes, que gritan de algarabía “ésta es vida. Éste país sí es maravilloso, puede ser todo, menos aburrido, jujuuuu, heyyyyy”. Hablan en su idioma que la tolva de la moto taxi estaba llena de agujeros, por donde ingresaba el agua de lluvia, quizá más que afuera, por esa razón estaban contentos, porque querían sentir el golpeteo de la lluvia tropical. Ahora están parados en la vereda recibiendo a cántaros la plenitud de la lluvia, alzando sus brazos, limpiándose la cara, saltando y gritando de júbilo. Al rato, van a la vereda y uno dice: “En verdad, ésta tierra, puede ser todo, menos aburrida”

Van los turistas al hotel y prenden el televisor, para conocer las noticias del país y de la ciudad donde ahora se encuentran. Aparece en la pantalla, una parlamentaria en cama, enferma y llorando. El narrador indica que no entiende el suceso, porque la parlamentaria le pegó a un periodista por tomarla fotos, ella se “enferma”, va a la clínica, así enfermita, ordena que las fuerzas policiales detengan al periodista por tomarla fotografías. Los turistas saltan de la cama a reírse a carcajadas: “Esta es vida. Quien pega se enferma. El agredido es detenido, jajajaja, por eso me gusta éste país” grita el pelirrojo.

Las noticias son abundantes: La mujer va en el avión presidencial hacer negocios con el presidente de otro país. “Bueno, se supone, el avión presidencial es para que viaje el presidente, jajajaja”, indica el turista de bigotes. En audios los turistas escuchan que el máximo representante de los jueces, lejos de hacer sana justicia, pone precio a su decisión, sobre el destino judicial de un violador de una niña de once años: “Qué quiere, que le absuelva o le de algunos años con arresto domiciliario, ya depende de él, de la cantidad de verdecitos que me haga llegar, porque tengo que ir de vacaciones a las playas de Centroamérica” Las calles del país se han convertido en una jungla, donde el que se cree más fuerte, porque tiene un arma de fuego o cuchillo, cogotea a quien quiere; roba el carro que quiere; ingresa a los departamentos y saquea lo que quiere; engaña a niñas, viola y las mata cuando quiere; beben licor en las calles y después se disparan como en el lejano oeste; los carros y las motos se estacionan dónde quieren; los taxistas dopan y violan a las pasajeras. Los efectivos policiales atrapan a las personas que delinquen, generalmente con la masa en la mano, pero, pasan los días, las semanas y los delincuentes salen y de nuevo siguen cometiendo las conocidas fechorías. Muchos salen del penal porque el tiempo de detención preliminar ha concluido y no se los ha sentenciado.

Ante tanto comportamiento anti humano, los turistas se ponen serios, dejan de sonreír y meditan. “¿Por qué habrá tanto desorden, comportamientos zafados de humanos normales?”, habla el pelirrojo. “Precisamente todas éstas cosas hacen que éste país sea único, vienen los colegas turistas a relajarse de tanto vivir en orden en sus respectivos países”, responde el de bigotes. “Cómo es eso de que se paga a terroristas que mataron tanta gente inocente, derribaron puentes, torres de alta tensión, provocando pérdidas de miles de millones de dinero. No será una equivocación. Se supone, quien paga es el que hace el daño. Aquí se le paga al que hace el daño. No entiendo”

Los turistas analizan que en casi todos los países, los presidentes de las repúblicas son consejeros de los gobiernos nacionales y embajadores natos de sus países. Los presidentes salen por las puertas anchas, satisfechos de servir con honor a su país. “En cambio aquí, todos los presidentes son juzgados. Uno está fugado en otro país. Otro cumplió cierta condena parcial. Otro fue defenestrado. Solo uno está hasta el momento silbando y fumando su gruesa pipa, porque según su sapiencia delincuencial, todas sus fechorías las ordenaba a personas de su confianza, que en buena cuenta eran trabajadoras y solo cumplían órdenes. Ahora ellas están purgando condena. El pez gordo sigue fumando su pipa en tierras lejanas europeas, donde las torres iluminadas brillan artificialmente de noche. Los turistas al fin reaccionan un tanto lánguidos, por semejantes noticias extremas y se dicen: “Esta tierra, puede ser todo, menos aburrida”

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