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jueves, abril 18, 2024

¿Rosquetes? ¡Los de mi tiempo!

Vivimos en la época de la modernización, de la globalización y del éxito que debe darnos dinero y poder. El idiota paradigma de la competitividad creó la cultura de ganar-ganar a toda costa. En un programa radial de Tarapoto, una universidad privada presentaba una cuña publicitaria de un discurso del desaparecido Miguel Ángel Cornejo que decía: “Ganar y ser el primero no es lo importante, ¡es lo único importante!”.

Ese afán desmedido por ganar a como dé lugar es lo que hizo que ahora es un cliché aquello de que las cosas se hacen para comer y disfrutar en la familia, de un lado, … y para negocio, de otro. ¿Se entendió? Vaya usted a saber cómo le preparan ese cutachito, cómo se preparan ese cuerito de chancho, esa parrilladita. El título del artículo, que pareciera ser una broma y chacota, en realidad es una reflexión de cómo estamos entendiendo la forma de hacer negocios, a pesar de las publicaciones de la Escuela de Negocios de Harvard. En otras palabras, hemos perdido la identidad regional de preparar nuestros platos emblemáticos y hoy consumimos cualquier cosa, porque se hace para “negocio”, aunque hay excepciones para salvar el honor.

El tema de fondo es que no hay autoridad regional ni local que haya querido enfrentar este problema: o porque se llaman a los puestos a gente del entorno, o los que llegan no tienen la capacidad ni iniciativa para abordar los problemas aparentemente simples pero que son los que dan el verdadero sabor y significación al desarrollo. Pero los más inútiles hablan ahora que para que alguien ocupe un cargo dizque “tiene que tener el perfil”, cuando no dejan se der mediocres afortunados que se saben vender de imprescindibles en todos los gobiernos. ¿Ejemplos?

Para ser claros y directos: el sabor original de nuestros platos emblemáticos se ha perdido y a ninguna autoridad le ha interesado manejar este asunto a través de estrategias. Tal vez sea por la producción a nivel industrial para cubrir la demanda. Por ejemplo, nuestros clásicos “juanes” y el inchicapi deben ser preparados con gallina de chacra para que tenga ese sabor típico que le hizo famoso. Si no son preparados con la gallina que viene de Chazuta o de Uchumullaca, no deberían denominarse con esos nombres emblemáticos, pero este es un asunto de las autoridades que, por estar pensando en la competitividad, se olvidan de los temas y los detalles simples.

Desde hace treinta años no disfruto de una rica y agradable cecina y ese chorizito huira huira, como hacíamos en casa, y de manera artesanal preparaba mi tía Ofelia Sánchez Tenazoa, quien los hacía para satisfacer a su clientela …y no solo para negocio. A la cecina, a los rosquetes o rosquitas (que parecieran hechos de cemento), al chorizo, al juane, etc., les falta sabor y aroma, no tienen alma, les falta espíritu y eso es algo que debemos recuperar, pero si a nuestras autoridades solo les interesa que sus amigotes den vueltas por la administración pública de puesto en puesto, jamás van a poder abordar el problema, porque ya es un problema, pues no estamos comiendo rico y eso me amarga, pues.

¿Riquísimas comidas típicas de nuestra Amazonía? Claro, ¡pero los de mi tiempo! Que tenían sabor y era una ricura disfrutarlo con su inguirito sacalágrima y su café rupa-rupa.

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