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martes, abril 23, 2024

Refundar la República, para dar paso a una nueva etapa

El 28 de julio del 2021, cumpliremos 200 años de vida republicana, es decir estamos a escasos 3 años, la pregunta es, ¿en qué condiciones queremos llegar como país?, ¿como en educación, en salud, tecnología, producción, etc.?, pero también es válido y además actual, plantearnos, ¿vale la pena seguir sosteniendo esta república?, particularmente considero que se hace inevitable su refundación, que todos los presidentes de la última década este inmersos en corrupción, que el Congreso este dominado por un partido con prontuario y que el poder judicial sea una inmundicia, no hay que darle mucha vuelta al asunto, esto no sólo se resolverá con parches, pequeñas reformas, cambios de actores, maquillajes o poses, no, el cambio tiene que ser profundo, radical y en todas las esferas del estado. Desde luego que hay sectores tibios, que en elocuencia son radicales, pero en contenido son maquilladores, esos son los que sólo se limitan a pedir un adelanto de elecciones, o a reformas focalizadas. Aquí, sino cambiamos el andamiaje central del Estado, que es la Constitución, cualquier intento de cambio o reforma, será sólo eso, intento.

La república que nació en un estrado grandilocuente en 1821, tres años antes de la batalla de Ayacucho, no resolvió el problema del indio, no tocó las bases de la desigualdad dejadas por la colonia, al punto que incluso nuestros indios, en algunos casos, incluso, estuvieron peor que en la colonia; lo de 1821, fue solamente el cambio de unos amos y patrones por otros, las camarillas elitistas de la época se repartieron los bienes del Estado como botín, por tanto no tuvimos clase política, menos dirigente, sólo fue una gavilla de corruptos y vendepatrias. Los fundamentos de lo que afirmó y entre los cuales no se salva San Martín ni Bolívar, menos Gamarra, o Castilla. Lo dicho ha sido tomado del fundamental libro, “Historia de la corrupción en el Perú”, cuyo autor es Alfonso W. Quiroz, obra publicada por el Instituto de Estudios Peruanos, en el año 2013 y que consta de 615 páginas, cuya lectura recomiendo.

Alfonso Quiroz, cuando se refiere, en su libro, sobre la corrupción en la colonia dice: <<Empieza el abuso del Perú desde aquellos que debieran corregirlo>>, aquí se refiere a la primera generación de conquistadores, luego agrega, sobre lo que él denomina la segunda generación, <<La ambición, entonces, comenzó a imperar sobre el mérito y el honor de las armas, y los virreyes alimentaban su sed codiciosa de ganancias privadas concediendo favores a mineros y comerciantes. Y, finalmente, se refiere a la tercera generación, que según sus conclusiones, contribuyó particularmente a la decadencia del Perú y alcanzó la cumbre de la disolución, contando con la asistencia de los oidores locales. Ahora, los virreyes imponían la ley como si fueran príncipes absolutos, con miras a conseguir «indultos pecuniarios» a cambio de decidir contra la justicia, el derecho y la verdad: «mutados a un dictamen virreyes y oidores, es lo mismo que unirse los lobos y los canes a devorar un rebaño porque el principal pastor se halla lejos»

Sobre Bolívar indica que tanto él y su dedicado ministro José Faustino Sánchez Carrión decretaron, en el periodo 1824-1825, la confiscación de las rentas y la expropiación subsiguiente de quienes se hubiesen refugiado en la fortaleza del Real Felipe en el Callao, el último bastión desesperado de españoles y criollos recalcitrantes. Sánchez Carrión recibió varias propiedades como recompensa a sus fieles servicios. Bajo condiciones de extrema penuria fiscal y endeudamiento, un Congreso servil recompensó a Bolívar en 1826 con más de un millón de pesos. Mientras tanto, los funcionarios de gobierno mal pagados saqueaban las rentas de provincias y confiscaron propiedades privadas. Tal fue el caso documentado del teniente coronel Juan Pablo Santa Cruz, gobernador de Chincha Baja y protegido del caudillo bolivariano, el general Antonio Gutiérrez de la Fuente: veintinueve vecinos verificaron la ilegal apropiación que Santa Cruz había hecho de ganado y bienes, no para el servicio de la patria sino para su propia ganancia, una forma de despotismo que consideraban era peor que el de los españoles. De ahí viene el papel de Gamarra, que se apropia de fortunas a costa de expropiaciones, y hasta de amañadas recompensas que se hacen otorgar y de tributos en nombre de la independencia y de su sacrificio.

Luego tenemos el papel de los gobernantes en la Guerra con Chile y luego, lo Sánchez Cerro. Odría, Leguía, y hasta que llegamos a Montesinos; en estos tiempos con la corrupción que llegó desde Brasil y los audios que estos días sacude las fibras sensitivas de nuestra patria. El presente es sólo un apunte a vuelo de pájaro, de la corrupción en nuestro país, que parece ser un mal endémico, pero del que sin duda si se puede librarse, no con parches, no con maquillajes, ni con poses tibias, el tan hondo el abismo al que hemos caído, que su respuesta exige respuestas de fondo, respuesta que no llegarán de las alturas, sino del pueblo consciente y movilizado que ponga en la agenda nacional la convocatoria a una Asamblea Constituyente que dé nacimiento a una nueva Constitución. Manos a la obra.

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