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viernes, abril 19, 2024

¿Qué leen nuestros políticos?

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La semana pasada escribí un comentario sobre la importancia de la lectura. Planteé el reto de que “el gobierno regional debería dar la iniciativa para establecer una política clara sobre ello […] con políticas públicas claras, sostenibles y con el compromiso de todos”. Si no se toman en cuenta esta y otras propuestas, se deberá a una de las siguientes razones, o a todas: los políticos y altos funcionarios no leen las columnas periodísticas; si las leen, no les interesa en absoluto; las autoridades y los funcionarios responsables de proponer políticas públicas no conocen sus roles, lo que opinan terceros no los validan porque no forman parte de sus entornos, o quienes dirigen procesos son soberbios y creídos, etc., etc.

Acaba de ganar el Premio Cervantes, como informaron los medios el día viernes que pasó, el escritor español Eduardo Mendoza, en quien reconocen el haber reivindicado “el género literario del humor”, algo que, en realidad es casi común en la literatura universal, en mi modesta opinión. ¿La Dirección Regional de Educación promoverá un debate sobre ello, más aún si el autor es un devoto de El Quijote y estamos en el aniversario de Cervantes? ¿Qué recomendará la Gerencia Regional de Desarrollo Social al señor Gobernador?

El diario VOCES recogió en una crónica del lunes 08 de setiembre del 2014 durante la campaña electoral regional y municipal, la información sobre las obras que leyeron los candidatos a la gobernación regional. Por ejemplo, Rolando Reátegui Lozano: La historia de la CIA; Pedro Bogarín Vargas: Cien años de soledad; Daniel Vásquez Cenepo: Cultivos de interés mundial; Wilian Ríos Trigozo: La estampida silenciosa: Víctor Manuel Noriega Reátegui había leído libros de aliento y superación personal. No dudamos de la cultura de los políticos, y resulta encomiable y motivador que nos informen que sí leen. Ídem, ¿qué leen nuestros congresistas?, pues sería maravilloso que dicten una clase magistral sobre ello; pero para que esto ocurra dependerá de la prensa.

Hemos visto a magistrados, políticos y funcionarios comprando “El trome”, “Popular”, diarios faranduleros, dejando de lado La República, El Comercio, Gestión. ¡Horror! Si una sociedad tiene líderes y conductores que no leen, ¿qué podemos esperar? Gilberto Sánchez Noriega tiene que tener la paciencia de Job para poder vender sesenta ejemplares a la semana de “Hildebrandt en sus Trece, si es que algún poderoso político no censura su llegada a la región. Y una sociedad que no lee es la tragedia más grande; pero si catedráticos ni consultores no leen, ¿qué podemos esperar? Porque nuestros ultra neoliberales (enemigos mortales del Estado, pero donde cachuelean a como dé lugar) apenas leen la Constitución, y solo el capítulo del rol subsidiario del Estado.

Debemos establecer una política cultural para leer, y esto se hace rompiendo esquemas. Sigo confiando en las autoridades regionales, aunque ya no queda mucho tiempo, más aún si se nos hace difícil acceder al “número uno”, para alcanzar sugerencias e iniciativas.

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