Es un país cuya gente vive orgullosa de su pasado. Que sus predecesores fueron constructores de ciudadelas con envidiable arquitectura e ingeniería. Los constructores de ahora hacen hospitales, escuelas, puentes, redes sanitarias, carreteras, gigantescas represas; pero no las concluyen; las dejan a medio hacer. Las pocas obras que son terminadas duran solo hasta la inauguración, porque al día siguiente las paredes se desmoronas con todas sus baratas pinturas, los servicios higiénicos ya emanan malos olores sin antes ser inaugurados y el agua se desparrama por todas partes. Los techos se derriten con el sol y las columnas se tuercen con las brisas de la tarde. Las pavimentaciones tienen el grosor de la lengua de gallo, cuya duración es de meses o días y no de años. Los constructores de todas estas obras inconclusas y/o mal hechas han recibido significativos adicionales y aun así estas obras no han sido bien hechas. Estos iluminados constructores, como bendecidos por sus nefastos dioses de barro, son los que siempre están en la construcción de casi todas las obras del país, empleando argucias jurídicas, creíbles por los eruditos e iluminados funcionarios públicos.
El Estado del país cuenta con esquema estructural florido. Los eruditos funcionarios públicos nacionales tienen jugosos sueldos, comenzando con los inmunes legisladores. Desde donde están, los genios funcionarios nacionales diseñan y ejecutan cursos de capacitaciones a los “empequeñecidos” profesionales del resto del país. Diseñan y ejecutan programas que en su totalidad terminan en fracaso. Diseñan consultorías de añejos temas trillados para dar la ejecución a sus amigotes. Lanzan a concurso nacional a cargos con riquísimas remuneraciones, solo para cumplir con el requisito de ley, al final es el amigote el que gana.
En este esquema estructural, se ha puesto un filtro al financiamiento de los proyectos en el sector de economía. La autoridad regional o local, tiene que reverenciar y hacerle llegar antojitos al funcionario nacional, para que pueda aprobarle el proyecto, siempre y cuando la ejecución del mismo se entregue a su preferida empresa. Claro, el proyecto ha sido elaborado por ésta misma empresa y es copia y pega de otra; quizá por esa razón, existen obras de un mismo diseño a nivel nacional, como si en las regiones no existieran arquitectos. Construcciones de edificios públicos sin voladizo o techo de la vereda, como si la obra estuviese en la costa donde no llueve.
El filtro de aprobación de los proyectos en el esquema estructural nacional ha cumplido con su función durante muchos años. ¿De verdad ha filtrado algo? ¿Con este filtro, todas las obras públicas del país han sido bien hechas y sin adicionales? En verdad, ese filtro no ha servido de nada, para nada. Con ese filtro inútil, la corrupción ha seguido igual. ¿De qué sirven tantas normas legales y filtros para que la administración de la cosa pública siga de putrefacta?
En verdad, faltan dos filtros, no en el esquema estructural del Estado, sino en la estructura de las personas. El primer filtro debe estar incrustado en la boca de los funcionarios públicos y de los politiqueros baratos millonarios, para que aprendan a no mentir a los incautos pobladores del país. El segundo filtro debe estar colocado en el corazón de todos los padres de familia, para que dejen fluir sin angurria su natural abundante amor a sus hijos. ¿Usted quiere a su hijo (a)? ¿Por qué es mezquino, que no lo expresa? ¿Cuántas veces al día le abraza? ¿Cuántas veces al día le dice que le ama? ¿Cuántos besos al día le regala?
Alguien dirá ¿Qué tiene que ver el esquema estructural del Estado con la estructura de las personas? Tiene que ver mucho. Los eruditos que inventan las tonterías de filtros en la estructura del Estado, provienen de familias carentes de filtros bucales y cardiológicos. Echemos vistazos a las universidades y a las otras instituciones públicas, donde eruditos doctores se pelean por las administraciones de sus instituciones, no por demostrar cualidades rimbombantes de erudición, como resultado de ingentes investigaciones científicas, sino para ser protagonistas institucionales de la masificada corrupción nacional.