Después del Parlamento Bicameral de Brasil, el Congreso unicameral peruano es el más vergonzoso de América Latina. Y ello no tanto por la flagrante connivencia con el narcotráfico, el lavado de activos, las mafias de las universidades “bamba”, el crimen organizado y la corrupción, en que se encuentran inmersos y comprometidos la mayoría de los 72 sujetos que integran la bancada de Fuerza Popular, sino, principalmente por su absoluta carencia de inteligencia y sentido del “fair play” político.
El fujimorismo es como el huevo de la serpiente, una vez que se abre, el pequeño ofidio que lleva sale con un veneno muy potente. Por eso es que recién comienza un gobierno democrático como el actual y ya se lo quieren echar abajo. La bancada fujimorista se divide en dos partes nítidamente diferenciadas, aun cuando se complementan entre sí…los IMBECERRILES, ignorantes y estúpidos, y los GARRELATAS, insolentes y venenosos.
Los IMBECERRILES, son, como su nombre lo sugiere, torpes e ignorantes, como el impresentable Bienvenido Ramírez, que ni siquiera sabe que las pruebas PISA no son organizadas por una ONG, como lo dijo sin el menor empacho ni vergüenza en la vergonzosa sesión de interpelación al ministro de Educación, interpelación que pasará a la historia, sin duda, pero no por lo larga y farragosa, sino por haber demostrado a la mayoría de peruanos que votaron por el fujimorismo que se equivocaron estrepitosamente.
Los GARRELATAS son más bien algo más sofisticados, con la maléfica discreción de una Lucrecia Borgia, cuando envenenan todo aquello que se les pone al frente. A este grupo pertenece la asesorada por la innombrable Martha Chávez, la congresista piurana del Opus Dei, Rosa María Bartra. Son soberbios, con la soberbia que les da la ignorancia de sus pares IMBECERRILES, y en la que maquiavélicamente se refugian de tanto en tanto para sugerir con cara de “yo no fui” las más terribles venganzas contra aquellos que defienden la democracia.
En ambos casos, son las dos caras de un mismo Jano de la mentira, la insidia, la calumnia, la traición, la prepotencia, la ignorancia, los prejuicios, y la manipulación de la gente, con la desfachatez que les da el que se les haya permitido participar en política -y no inhabilitarlos como a Sendero- desde el año 2000, cuando el dictador japonés, ahora encarcelado por crímenes de lesa humanidad, huyó a su país natal y regresó 4 años después a Chile, debido al ofrecimiento chileno de ponerlo con presidente títere de un Perú mutilado como consecuencia de una eventual guerra que esperaban ganar… pero que nunca se dio.
El ansia de poder y latrocinio que exuda el fujimorismo es sólo comparable a la estupidez y soberbia de que hacen gala a pocos meses de iniciado el gobierno de Kuczynski. Se les hace muy difícil disimular el odio y el resentimiento que le tienen y que les nubla la poca racionalidad que aún conservan algunos de ellos. Haber perdido por segunda vez la oportunidad de volver a hacerse del poder y esta vez de manera absoluta, con el Ejecutivo en manos de la hija del sátrapa japonés y la mayoría legislativa que les ha dado el voto del 30 % más manipulable de la población con el absurdo sistema de la “cifra repartidora”.
Los IMBECERRILES y GARRELATAS de la bancada fujimorista son un grave peligro para la democracia peruana, que necesita de consensos y no de confrontaciones, como bien lo ha remarcado el expresidente de la región San Martín, exprimerministro y parlamentario, César Villanueva, en una de las pocas intervenciones serias y de contenido sustancial que se han escuchado ayer en el Congreso.