Conocer que existe un hombre que ha podido abusar de una pequeña de 11 años y embarazarla es terrible, pero causa asco y hasta irritación saber que la madre del maldito, “ayude” a su hijo llevar a la pequeña a un proceso de aborto que le llevó a la muerte.
Hoy el violador y la madre están desaparecidos y la pequeña en una caja, sin vida, con muchas preguntas que nunca podrá contestarse, pues su tan corta y desgraciada vida no le ha permitido.
Y digo desgraciada pues a los ocho años quedó huérfana de madre y desde entonces vivió con sus tíos luego que su padre la dejó al cuidadado de ellos, pues no pudo asumir esa responsabilidad.
Soportar la tragedia de una violación debe ser un trauma, pero someter a una pequeña a un aborto, a los seis meses de embarazo, merece una sanción ejemplar por parte de las autoridades que intervienen en el caso.
Hasta cuándo los casos de violación van a ser parte de la vida misma, de las estadísticas diarias. Hasta cuándo tenemos que conocer que se malogran inocencias, se malogran vidas cuando desgraciados abusan de niñas.
Recordemos que un abuso no necesariamente tiene que llegar a violación, esto último llega cuando ya hubo antes tocamientos y casi siempre, las pequeñas por temor no dicen nada y ocultan tremendo trauma por temor.
Según las estadísticas, la mayoría de los abusadores están más cerca de lo que pensamos, lamentablemente hay que estar pendientes de esta situación y hacer empatía con nuestras hijas para que cuando ocurra el primer intento seamos nosotras a quien acudan primero.
Ya nos dimos cuenta que por leyes más duras existan, el tema de los abusos no paran, queda prevenir casos, estar con los ojos más abiertos y no permitir más abusos. Que los malditos sean sancionados con todo el peso de la ley