Tener un cargo público y ejercerlo con responsabilidad y dedicación debería ser un asunto obvio para quienes quieren su ciudad.
Por eso, me preocupa la trivialidad con la que algunos personajes utilizan su función. A algunos, en lugar de hablar de las preocupaciones de su distrito, les da por bañarse en calzoncillos en cualquier desafortunado cuerpo de agua que le toque.
Hay otros que solo atienden los miércoles y a apenas 20 personas por semana, pues los otros días cumple con otras labores, que nadie sabe qué son porque simplemente no se siente nada. Lo peor de tener un alcalde mudo, como en Tarapoto, es sentir que no le interesa servir a su comunidad y para quienes aman el arte, ver cómo hasta se ha acabado con la patética biblioteca que existía, haciendo de Tarapoto, UNA CIUDAD QUE NI SIQUIERA TIENE UNA BIBLIOTECA MUNICIPAL, ni siquiera se habla de tenerla, lo que es peor.
De los regidores, ni qué hablar. Siguiendo el ejemplo del alcalde, la mayoría son mudos y si hablan de algo, es de cualquier otra cosa, menos de lo que importa. Uno, que es un comentarista de fútbol frustrado (aunque vale decir que hace mejor esa chamba que la de regidor, por sus acertados pronósticos), dice poco o nada de la gestión. Pero más preocupa el otro, que es mi amigo, que se llama Manuel Nieves. Todos sabemos de su cercanía con don Walter Grúndel por lo que las esperanzas de que algo cambie recaen sobre él. Pero cuando uno lee sus posts en las redes sociales (como el que reproducimos al costado), es válido preguntarse, “¿se ha enterado que es primer regidor mi amigo?”. Amigos regidores y alcaldes. Son solo cuatro años de su vida, si no les interesa mucho ser nuestros representantes. En esos cuatro años, por favor, hagan lo posible por ocupar un bonito lugar en nuestra memoria.