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viernes, marzo 29, 2024

Terrorismo y violencia nunca de vuelta

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Hola mis queridos y amigos lectores de miércoles, nuestro saludo y afecto de poder ser parte de este institucionalidad periodística de voces como cada semana.

Hoy nos toca recordar como si obtuviéramos un pliegue en mano, sí recordar de ese entonces momentos de gente mal ubicados en esa época de llamar a una acción de violencia y muerte “revolución” todos que tenemos arriba los 40 años conocemos de cerca lo que se vivió por los años 80s, en fin repudiamos de hecho y conciencia el terrorismo y la violencia en nuestro Perú.

Amigos quiero compartir lo que muchos piensan que no ha pasado nada en el Perú con el terrorismo, los que tienen conocimiento lo podemos conceptualizar el conflicto armado interno o la época del terrorismo en el Perú. Esta situación de terrorismo, fue el periodo de desarrollo originado en el departamento de Ayacucho en 1980 por el escalada armada de las organización terrorista Sendero Luminoso seguido por la insurrección del también terrorista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru en 1985.

Nos imaginamos que el miedo vuelve en nuestras mentes por los horrores que hemos vivido en esa época entre drogas y terrorismo por ese entonces. Este conflicto fue el más sangriento de la historia peruana. Según la estimación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, cerca de 70.000 personas habrían fallecido en el fuego cruzado entre los terroristas y las fuerzas del Estado; la mayoría de estas víctimas fueron campesinos (56%), pobres (68%), quechua hablantes (75%) y de zonas rurales (79%).2 Tras la captura de Óscar Ramírez Durand, principal senderista tras la caída de Guzmán, el accionar de Sendero Luminoso se ha limitado al control de la zona del VRAEM en alianza con el narcotráfico, originando escaramuzas y atentados contra las fuerzas armadas y la policía, así como intentos de ingresar a la política a través de la organización Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef).

A todo ello hoy en nuestro país está doliente heredamos este conflicto social que por muchos tiempo nos ha dejado inerme de conciencia y fe. Después de mucho tiempo cerca de nuestras fronteras de la región San Martín, para ubicarnos en la ciudad de Yurimaguas, no podemos dejar de pasar la muerte de dos personas por más que tengamos errores no puede nadie; ninguna persona hacer el uso de la violencia muchos en silenciar nuestra vida. Desde el punto de vista en la historia del derecho la violencia tiene una etimología asociada desde tiempos muy remotos a la idea de la fuerza física y el poder. Los romanos llamaban vis, vires a esa fuerza, al vigor que permite que la voluntad de uno se imponga sobre la de otro. Vis tempestatis se llama en latín el ‘vigor de una tempestad’. En el Código de Justiniano se habla de una ‘fuerza mayor, que no se puede resistir’ (vis magna cui resisti non potest).

Además se puede indicar que es un comportamiento deliberado, que provoca, o puede provocar, daños físicos o psicológicos a otros seres, y se asocia, aunque no necesariamente, con la agresión física, ya que también puede ser psicológica, o maltrato emocional, la represión política o la intolerancia religiosa a través de amenazas, ofensas o acciones.

Sin embargo se puede afirmar que los peruanos estamos enfermos mentalmente en un momento escribimos en su momento. Según cifras del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM), más del 80% de personas que padecen algún tipo de trastorno mental en el país no reciben la atención especializada que requieren. El psiquiatra Aitor Castillo, del INSM y catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, señala que esto sucede porque no existe una buena política de estado para atender estos problemas, además de que algunas enfermedades mentales como la esquizofrenia y el trastorno bipolar son estigmatizadas por la sociedad.

A este punto nos referimos que hemos heredado como todo peruano la dolencia de la violencia por un lado el terrorismo y por otro lado la violencia familiar que nos quiebra por tantas situaciones inverosímiles que puede destronar la paz y la igualdad.

Estamos enfermos socialmente. ¿Qué hacemos los ciudadanos común y corriente ante este adviento del terrorismo y violencia? ¿Estaremos parados solo de observadores y no vamos a rechazar? ¿Qué maniobras contra el terrorismo y la violencia realizará nuestro gobierno local, regional y nacional como punto de partida? Por nuestro lado nos preocupa todo acto de violencia y de terror, siempre vamos a estar de avizores en contra de actos de terror y que nuestros lazos de independencia, paz y cordialidad sea por el resto nuestra vida republicana.

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