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viernes, abril 26, 2024

Aprismo centenario, entre el ocaso y el resurgimiento

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Para nadie es un secreto que en el APRA se vive una seria crisis interna a raíz de los últimos resultados electorales; sin embargo, al no ser la primera, tampoco creemos que sea la última en su tránsito y presencia permanente en la política peruana. Hablar del APRA en nuestro país siempre ha generado en apristas y no apristas charlas y polémicas de nunca acabar, pues ejerce una fuerza gravitacional dentro de la escena nacional que muchos otros partidos o movimientos políticos no han podido alcanzar. El APRA tiene sólidas bases sobre las cuales reposa el peso de su propia historia llena de sacrificios, y como se dijera en algún momento: “un hogar aprista es una especie de embajada de donde se irradia el pensamiento y el ejemplo de vida de Haya de la Torre”, de ahí que pensar en la posibilidad de su extinción como organización política resulta bastante alejado de la realidad, pues con 10% o 5% de intención de votos el APRA representa en el peruano una especie de ícono nacional, querido u odiado pero ícono referente finalmente.

Hoy en día a puertas de un Congreso Nacional Aprista y ad portas de la elección de un nuevo Secretario General Nacional, son varios los que enarbolan desde Lima, Trujillo y otras ciudades importantes del país la bandera de la renovación; todos proponen dar un nuevo impulso al viejo partido de Haya de la Torre y desde luego muchos –con el derecho que les asiste- ya piensan en las próximas elecciones municipales y regionales, pero una pregunta ineludible que algunos se hacen es: ¿estará el APRA el 2018 en condiciones de afrontar candidaturas que tengan éxito?; sinceramente creo que no, con excepción de algunos pocos lugares donde más por liderazgos personales que por la misma organización sobresalga. Pero un partido que se jacta de sus largas luchas sociales de antaño y de ser el más organizado del país no puede reducirse a ser un mero partido electorero y a desconectarse de las necesidades populares una vez pasado los comicios como ha venido ocurriendo los últimos lustros.

Frente a ese afán electorero habría que recordar, según la misma historia, que cuando Haya de la Torre fundó el APRA lo hizo como instrumento social de las clases populares, buscando desde luego revolucionar el statu quo que se vivía en Latinoamérica respecto a los marginados; Víctor Raúl no enfocó su lucha en la búsqueda del poder político sino en la búsqueda de mimetizarse con el pueblo para gobernar-como sólo él lo hizo – desde el pueblo. De ahí que su famosa alocución cae con precisión para decirle a los que aspiran actualmente a ser Secretarios Generales Nacionales: “…a Palacio llega cualquiera, porque el camino de palacio se compra con oro o se conquista con fusiles. Pero la misión del aprismo era llegar a la consciencia del pueblo antes que llegar a Palacio. Y a la consciencia del pueblo no se llega ni con oro ni con fusiles. A la conciencia del pueblo se llega, como hemos llegado nosotros, con la luz de una doctrina, con el profundo amor a una causa de justicia, con el ejemplo glorioso del sacrificio, sólo cuando se llega al pueblo se gobierna desde abajo hacia arriba.”

Pero, ¿está aún el APRA en la consciencia del pueblo? Quizá esté en el corazón de millones de peruanos, pero el APRA ha dejado de estar en la consciencia de su insumo más poderoso y temido: LAS CLASES POPULARES. Desde que el APRA dejó de ser partido escuela cientos de liderazgos juveniles se han perdido, desde que dejó de ser un instrumento político reivindicativo su insumo más valioso se escudó bajo otros estandartes, desde que fue tomado por una cúpula para rendir pleitesía a una persona se han ido y siguen yéndose muchos a veces con justa o incomprendida razón.

Dentro de algunos años el APRA tendrá 100 años de fundación, si pretende llegar como partido fortalecido y vigoroso no debe pensar en las elecciones municipales y regionales del 2018, debe en vez de ello realizar un trabajo interno que le permita fortalecerse los próximos 5 años volviendo a engancharse con su insumo popular originario, a partir de ahí proyectarse como el partido serio, maduro y responsable que el Perú esperaría al 2021, con nuevos rostros y una esperanza renovada en el prolongado tiempo hacia sus venideros 200 años para cuando hayamos sido polvo en viaje a las estrellas.

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