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viernes, abril 19, 2024

La vida en familia

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La vida en familia es grata porque es natural. La máxima expresión de vida en familia es celestial: Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. Esta familia eterna es dadora infinita de amor y misericordia, además de la entrega de las cosas materiales y de inmensas sabidurías. En la tierra, el ejemplo de vida en familia es humano y celestial: San José, la Virgen María y Jesucristo. ¿Cómo sería la vida del niño Jesús si San José estaría dedicado a la borrachera? ¿Cómo hubiese crecido Jesús si la Santa María se dedicaría a chismosear con las vecindades? Como Dios es Dios siempre, escogió a personas íntegras como la joven María para ser la Madre de Jesús y a José su padre. Ambos padres emprendieron la huida llevándose al niño Jesús, porque el gobierno de aquel entonces quería matarlo. Aquel episodio no lo hizo José solo ni María sola. El niño es llevado al Templo para la circuncisión por los padres José y María, no por los vecinos. Cuando la familia regresa del censo y el niño se pierde en la multitud, lo buscan los dos y le encuentran en el Templo discutiendo los temas de Dios con los doctores de la ley. En el mundo animal, la gallina se enseñorea cuidando a sus pollitos, impidiendo el acercamiento de alguien. La vaca, especialmente la de raza cebú, no permite que nadie se acerque a su cría. Un ave trae comida en su buche, para la cría, que se encuentra en el nido lejano y la entrega en su boca deglutiendo, hasta que el pichón pueda alzar vuelo y obtenga su propio alimento. ¿Alguien le paga al ave para darle de comer a su cría? ¿Alguien le paga a la gallina para enseñar la alimentación a sus pollitos? Estos animales lo hacen por amor, el que lo llevan en el interior de sus instintos.

El niño necesita de ese amor para crecer. El amor no se ve, ¡se siente! No se necesita estar diciendo a una pareja: “amoooor”, “amoooooor”, en la calle o en las redes sociales, cuando en la casa, el cuarto se convierte en ring de box y la alcoba en el centro de agrias discusiones, con uso abundante de palabrotas enrojecidas y soeces. Dándose besitos carnosos y jugosos delante la gente, pretendiendo hacer creer que efectivamente se aman hasta perder la noción del respeto por los demás. Haciéndose declaraciones amorosas por las redes sociales, como si la pareja se encontraría en el otro extremo del planeta, cuando en realidad comparten el mismo lecho. Duermen juntos y están tan distantes que no se pueden declarar en vivo, si es que realmente así lo sienten. El amor que se expresa sin alardes dentro la casa debe hacerse extensivo en la sociedad. El hijo debe crecer en un ambiente familiar cargado de amor. La familia está conformada por maestros y discípulos. Así como una mona enseña a su cría a proveerse de sus alimentos, así los mayores de la familia humana se convierten en maestros que enseñan los detalles de la vida, para que los futuros mayores cuenten con las herramientas de sapiencia para vivir sus propias vidas. Porque un niño no será niño toda la vida. Pasará de niño a púber, a adolecente, a joven, a persona adulta independiente. Entonces, el niño de ayer ahora será adulto, el que ayer aprendió ahora enseñará a los suyos. Así como el amor no se ve pero se expresa, así la enseñanza se puede hacer sin hablar, solo con el ejemplo. ¿Acaso una persona que carece del habla no puede enseñar bien a su hijo? ¿Cómo lo hace? Con el ejemplo de padre o madre. El hijo que crece en un ambiente de amor, se desarrolla con adecuada personalidad. Si recibió amor en su crecimiento, tendrá abundante amor para dar a sus hijos. El chorro de amor que está en el ambiente familiar, debe provenir de la fuente interminable de Dios. ¿De quién depende? De la persona. Abre tu corazón, y deje ingresar el amor de Dios y encontrará la verdadera felicidad de la vida en familia. La El pasado 18 de Mayo en todo el mundo se celebró el día internacional de los Museos, sin embargo para la gran mayoría de peruanos esta conmemoración pasó desapercibida. Como sabemos, un Museo es un espacio donde se exhiben objetos o curiosidades que resultan atractivos al interés público y que aglutina por lo general desde piezas históricas, pasando por objetos científicos, artísticos y bienes de gran valor cultural. En América Latina, nuestro país es uno de los pocos privilegiados en contar con una rica historia precolombina, lo cual nos ubica como responsables directos de la preservación de todo aquél vasto patrimonio cultural de pertenencia no sólo peruana sino de toda la humanidad. Empero, ¿cuán conscientes somos de la magnitud de esa responsabilidad? Reza un refrán: “… nadie llega a querer lo que no conoce”, es por ello que sólo conociendo más nuestra historia aprenderemos a descubrir mejor el país que nos alberga y por ende llegaremos a valorarlo y respetarlo como se merece. Entre otras finalidades, esa es la misión de un Museo, conservar viva la memoria de nuestro devenir histórico, conservar todos aquellos bienes culturales que son expresión latente de lo que fuimos y somos para sabiamente proyectarnos en el tiempo.

Pero poco nos sirve conocer todo esto en teoría si en la práctica no se le da la debida importancia a nuestros Museos. Es el caso de Juanjui en la Provincia de Mariscal Cáceres donde existía el Museo Privado de “Los Pinchudos” (nombre en alusión a unas estatuas encontradas en el complejo arqueológico Gran Pajaten) que se mantuvo abierto al público durante algunos años, pero que lamentablemente por el reducido apoyo de las autoridades que fueron pasando prácticamente ha desaparecido a pesar del denodado esfuerzo de su propietario.

El Museo en mención poseía piezas valiosísimas del legado histórico de la provincia de Mariscal Cáceres que fueron adquiridas por su fundador a lo largo del tiempo, pero debido a que no contaba con los recursos económicos suficientes para la preservación de estos objetos tan delicados, ni con mostradores adecuados se fueron deteriorando y en ocasiones por la falta de respeto a nuestra propia identidad fueron sustraídos.

Existe lamentablemente una indiferencia social respecto a estos temas que por desdicha es acogida por nuestras mismas autoridades locales y regionales, quienes también son los llamados a promover e impulsar la preservación, cautela y difusión del legado histórico y artístico de nuestros pueblos; pero como nunca es tarde para empezar creemos que las autoridades de turno ampliarán el horizonte de sus atenciones hacia los pocos museos con los que cuenta nuestra región y en especial la ciudad de Juanjuí, en donde nos solemos jactar de ser cuna del Gran Pajaten pero ni el 1% ha estado en el lugar por el factor acceso ni menos tenemos un Museo que imponga respeto a ese orgullo de ser la cuna del Gran Pajaten, habida cuenta si nuestra identidad es consecuencia de reconocer nuestra esencia espiritual enmarcada en lo que fácticamente fuimos, somos y aspiramos ser en el devenir histórico, cuyo manto protector de sus huellas no puede ser otro más que nuestros olvidados museos.

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