En los últimos días los peruanos estamos sobrepasando nuestra humana capacidad de asombro al escuchar las declaraciones de algunos políticos que pareciera que han superado el dilema hamletiano del “Ser o No Ser”, y lo hubieran convertido en un gelatinoso “ser Y no ser”. No otra cosa se desprende de los gaseosos pronunciamientos de los dirigentes de algunos partidos perdedores en las últimas elecciones presidenciales y congresales, cuando salen a decir que el apoyo a uno u otro de los candidatos que pasaron a segunda vuelta está condicionado a “lo que se defina en la próxima reunión del partido”.
Esta clase de enunciado hipócrita, que es genérico para varios partidos que se dicen democráticos, como el APRA, el PPC, AP y APP, lo que hace es cubrirlos de un manto de vergüenza por la ambigüedad de los principios que reflejan, que más bien hacen pensar que estuvieran tratando de llegar a acuerdos bajo la mesa en vez de afirmar sin ambages el carácter resueltamente democrático que supuestamente enarbolan en sus banderas, sean de reciente data, como APP, o añejas, como el APRA, el PPC y AP.
Es cierto que han salido a limpiarles la cara algunas individualidades como Luis Iberico y César Villanueva, por APP, o Yonny Lescano por Acción Popular, quienes han expresado que su voto será por PPK, sin considerar las diferencias o discrepancias que los puedan separar del candidato de Peruanos por el Kambio. Y lo han dicho incluso de manera bastante moderada, explicando que su posición tiene por objeto conservar el necesario equilibrio de poderes. Una manera elegante de decir que votar por PPK es evitar correr el riesgo que el Perú reingrese al oscuro túnel del fujimorismo.
Más claro y contundente ha sido el excluido candidato de Todos por el Perú, Julio Guzmán, quien luego de anunciar la creación de un nuevo partido político que asuma sus principios y propuestas, ha dicho claramente que para él lo democrático ha sido votar en blanco en la primera vuelta como protesta por el evidente semi-fraude perpetrado por el JNE al no medir a todos los candidatos con la misma vara y excluir a algunos mientras que por los mismas causales se permitió la participación de otros. Sin embargo, ha dicho Guzmán, lo democrático en la segunda vuelta es votar sin dudarlo por Kuzcynski, pues es la única forma de evitar que la autocracia fujimorista se instale nuevamente.
Esta es sin duda la posición clara y transparente que deberían de asumir todos los partidos que dicen ser baluartes de la democracia sin estar haciéndose los que no saben qué es lo que se juega en esta elección. El mensaje de Villanueva, por ejemplo, que ha obtenido la más alta votación en San Martín, superando largamente a los candidatos fujimoristas, se ha dirigido a su electorado de Nueva Amazonía y a muchos sanmartinenses que han votado por él.
Sin embargo, también desde las canteras de la izquierda de Verónika Mendoza se sigue con la misma y perniciosa ambigüedad que dice que no votará por ninguno de los dos, pero al mismo tiempo rechaza al neo fascismo fujimorista. Este mensaje arriesga a que no llegue claramente a mucha gente que votó por el Frente Amplio sin ser de izquierda y que no están familiarizados con el doble discurso que maneja la izquierda para quedar en paz con su conciencia. Ojalá que en los próximos días escuchen la voz de Diego García Sayán, que les ha instado a ser más consecuentes y decididos antes que ideologizados.
Entonces tenemos que desde la derecha les habla Vargas Llosa y algunos interesadamente le responden “no se oye padre”, y desde la izquierda García Sayán les llama a la razón y todavía no acusan recibo del mensaje. En todo caso hay que estar atentos a lo que digan el APRA y el PPC, pues si no deslindan con prontitud del fujimorismo o de boca para afuera “dejan en libertad a su militancia”, entonces quedará claro que sus principios aurorales ya hace tiempo que fueron engullidos por el Leviatán fujimorista.