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viernes, marzo 29, 2024

La sobonería y la política

columna

Me sorprende que haya personajes de la política local que extremen su postura al punto de llamar de delincuentes, extorionadores, enemigos de la verdad y demás a quienes estén en contra de sus preceptos. Uno de los peores insultos, de hecho, es ese de llamar apristas a quienes no vayan con sus pareceres, como ha sucedido con los seguidores de plata como cancha en los últimos días.

En San Martín, el que quería ser el Toledo sanmartinense (como si eso fuese pues un elogio a estas alturas del camino) y que hoy defiende a César Acuña, es decir Jorgito Rengifo, sale a decir que los de la oligarquía no quieren que su candidato llegue arriba porque no tiene los apellidos que antes nos han gobernado. Qué tal estupidez. Yo, lo digo sin miedo, tampoco quiero que gane un tipo que aparentemente ha delinquido al robar los derechos intelectuales de, aun no se sabe cuántos, grandes hombres. Rengifo, que tanto ha propugnado la importancia de la educación, no dice nada ahora, se queda callado, cuando aparentemente su candidato hasta ha mentido para sacar sus títulos profesionales. ¿Puede el dinero prostituir el pensamiento tanto? ¿A qué se debe semejante herejía? Y Villanueva, quien mintió cuando dijo que era economista (hecho que este diario reveló), ahora dice que no es gran cosa plagiar. Entre sinvergüenzas se solapan, sin ninguna duda.

Enrique Flores, otro político de nuestra fauna y por quien, confieso, he votado en las anteriores elecciones, me sorprende con conductas censoras, con pretenciones de rey de la verdad, con un fanatismo que pareciera más pertenecer a la militancia de Abimael y no de Julio Guzmán, como si el ideario de su candidato fuese la piedra filosofal sobre la que debería sentarse el nuevo Perú, sin permitir las críticas y cuestionamientos que se hacen desde otras orillas.

Ha llamado soberbio, don Kike, a un periodista desconocido (creo que soy yo porque invitó a leer “los diarios”, el día que hice un comentario sobre Juio Guzmán en el editorial), quien había osado a cuestionar al líder morado. Ayer, llamó extorsionador a César Hildebrandt también en las redes por afirmar que moralmente “Julio Guzmán calza las zapatillas de Acuña”, por decirlo de alguna manera. De hecho eso ya molesta. No porque se trata de César Hildebrandt, sino por los excesos de un personaje a quien respeté mucho como político, pero que ocnsidero que por querer defender su postura, está desbarrancándose, tal como le dijo mi amigo Pepe Silver Goicochea, casi como un Vladimir Flores de la Banda. Me llamó malcriado. Acepto el denominativo, si es que ese involucra decir lo que pienso a quien no le gusta escuchar.

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