Es lamentable saber que se gaste mucha energía, neuronas y dinero en reuniones, por tratar de solucionar el problema del medio ambiente, el cambio climático y la deforestación de nuestros bosques.
Cuando se dialoga con los responsables políticos y técnicos que toman decisiones a nivel local, regional y nacional, sólo piensan con un enfoque legalista conservacionista al 100%; porque todas las leyes que emiten se limitan a las concesiones forestales, en las comunidades nativas, a los bosques de conservación; están mirando sin duda solo al árbol y no al bosque. Si esto sigue así, yo les aseguro que no pasaran más de 15 años, el resultado será desastroso, con cerros deforestados, nuestra biodiversidad desaparecida y nuestros ríos con caudal de agua menos disponible.
Esta afirmación se sustenta, que la solución que brindan está enfocado a la consecuencia y el no a la causa. Iniciamos preguntando ¿porque deforestan nuestros bosques?, primera respuesta, porque el mercado necesita madera; segunda respuestas; porque nuestros agricultores necesitan tierras para producir y el mercado necesita alimento. Si factorizamos, el mercado se convierte en la causa común; por lo tanto debemos tratar de solucionar los problemas del mercado. Sin duda con leyes rigurosas conservacionistas no lo vamos a conseguir en este momento, porque no tenemos las condiciones para hacerlas; es decir, en este momento que escribo este artículos, miles de personas están comprando muebles, camas, cómoda, puerta, ventana, pie derecho, tablas y sin duda no habrá ley que lo detenga, sólo aumentará el valor de la coima para poder explotar nuestros bosques; porque el mercado cada día está más hambriento para saciar la necesidad de la población que cada día somos más.
Se une a esto, los planteamientos de muchas instituciones que promueven la reforestación y forestación, con plantas nativas como el cedro, caoba, quinilla, tornillo, capirona, bolaina, pino chuncho, etc. Si bien es cierto el mercado gusta mucho de la caoba, cedro, tornillo, quinilla y capirona; pero su periodo de cosecha de los tres primeros estarán a los 40 años mínimo, de la quinilla mínimo 60 años y de la capirona a partir de los 15 años; esto implica que estas especies no están preparadas para proteger nuestros bosques, porque en 40 años ya no habrá cerros con foresta; sin embargo tenemos la bolaina que se cosecha a partir de los 6 años, una madera blanca y que tiene mercado en pie derecho y como tablillas para cama y cajonería. Sin embargo, el mercado necesita madera para muebles y no tenemos especies forestales nativas en este momento que se pudiera promover su plantación. Porque el famoso pino chuncho no sirve ni para corcho de vino, me dijeron los aserraderos.
Frente a ello planteo lo siguiente; se hace necesario promover el sembrío de plantas forestales en los terrenos deforestados, pero con especies de rápido crecimiento y que a partir de los seis o máximo diez años, podemos sacar madera en tablas para abastecer el mercado para su industrialización; a partir de que exista producción de madera; se podría aplicar y exigir el respeto a nuestro bosque , porque el mercado ya encontrara madera para su consumo en plantaciones forestales conducidos como un cultivo; para ello nuestra leyes forestales, deben saber diferenciar productos maderables que provienen de concesión forestal y productos maderable que proviene de plantaciones forestales manejado como un cultivo; que debería de tener facilidades para su producción, como si fuera un agricultor que produce arroz, maíz, cacao, café, y no poner trabas a las inversionista que apuestan por este rubro de la reforestación.
En esta lógica; si en diez años como máximo tuviéramos áreas reforestadas con enfoque comercial y con especies de rápido crecimiento, se bajaría la presión deforestadora de nuestros bosques naturales y por ende se estaría protegiendo y conservando nuestra biodiversidad.