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viernes, abril 19, 2024

Largo camino por recorrer en educación vial

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No solamente en las carreteras los conductores y pasajeros arrojan botellas y envolturas de galletas en la pista. Los choferes profesionales se ponen el cinturón de seguridad de mala gana y de manera apresurada al ver a la distancia al contingente policial. Los vehículos interprovinciales siempre están apresurados que pasan a los otros en curvas.

También ocurren infinidad de fallas en las urbes. Los vehículos se pasan la línea blanca como si no estuviera en la pista, como si los conductores manejarían mirando los pajarillos del cielo. Se encuentra en las redes sociales, cuando una señorita se para delante del vehículo que se pasó la línea blanca y le hace retroceder hasta el lugar que le corresponde estacionarse, de lo contrario no avanza, sin importar el estado en que se encuentre el semáforo. “Señorita, estoy apurado” Grita el mal conductor “Así, entonces aprenda a manejar: No cruce la línea blanca”, responde ella.

No solo se trata de trimóviles, sino también de camionetas lujosas, que están mal estacionadas en la misma esquina, dificultando la visibilidad y el tránsito normal de los demás vehículos. La población no espera que alguien en su representación llame la atención o imponga multa a estos malos conductores, porque la comunidad sabe que aquí cada persona hace lo que mejor le plazca, que importan las normas ausentes, que importan las personas que solo rodean el vehículo aunque a regañadientes con la cabeza gacha, que importan los otros conductores que estiran la nuca para ver la aparición de algún vehículo y pasar al otro lado de la calle. El propietario de esta camioneta intrusa en media esquina, es un contratista de obras públicas, que la gente le ve cuando baja con reloj de oro, pulsera de plata fina, anteojos oscuros que le hace parecer a lechuza asustada. Detrás y delante de esta camioneta ya están varios trimóviles. El ofuscamiento vehicular es insoportable, que se mezcla con el calor tropical inusual y la densa polvareda de la calle afirmada, que no recibe la visita de la motoniveladora por más de un año, por esa razón la superficie es ondulada y amorfa.

Al parecer, los talleres de motos ya adquirieron soldaduras al por mayor, porque son pocas las unidades de trimóviles que hacen gala de sus sonidos estridentes desde hace poco tiempo, cuando los tubos de escape dejaban escapar bulla horrible a los oídos de cualquier humano ¿Es que los responsables de tránsito ya escucharon al fin los sonidos de los tubos de escapes rotos? Ahora, toca cazar a los pocos malcriados que se resisten obedecer, en mantener en buen estado los tubos de escapes de las unidades y no continuar faltando respeto a la comunidad.

La luz ámbar previene al conductor a disminuir la velocidad y estacionarse porque de inmediato llega la luz roja. La luz ámbar no es para aumentar la velocidad como hace gran número de conductores. Lamentablemente, ésta conducta es causa de múltiples accidentes.

Un trimóvil circula por las calles urbanas de manera natural por sus esqueléticas características estructurales; en cambio, en la carretera el desplazamiento de un trimóvil resulta por demás riesgoso, peor cuando el conductor lo lleva por el centro de la vía, como reina que reparte besos convertidos en estruendosos chorros de humo con sonidos retumbantes, algunos con cargas exageradas que se parecen a micro camiones, otros van con más de cinco pasajeros atravesados como leñas de palos torcidos. Este vehículo diseñado para transporte urbano, conducido con elegancia por sobrios conductores, debe utilizarse muy bien para el transporte turístico.

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