Históricamente, los pueblos que han salido del subdesarrollo han tenido como visión que la agricultura es la base del desarrollo de las sociedades. El tránsito hacia la agricultura es el cambio formidable en la historia de la humanidad, pues dejamos de ser recolectores y trashumantes. Es el tránsito del paleolítico hacia el neolítico, cuando la mujer fue la protagonista fundamental de este proceso.
En la administración pública, la gestión del sector agricultura es fundamental para establecer y afianzar procesos de desarrollo, y para ello debe contar con un gestor realmente competente y no alguien que se pase el tiempo rumiando las falencias económicas de la entidad y, simultáneamente, haciendo gala de sus propias miserias y debilidades personales. Y dentro de ello, la planificación agraria debe ser el motor que mueva el proceso a través de las diferentes unidades orgánicas de la entidad para que, finalmente, la gestión política sea exitosa.
La gestión agrícola debe tener una visión holística e integral del desarrollo regional, articulado en cadena los objetivos nacionales, regionales y locales. Pero no debe olvidarse que el recurso humano es fundamental pues es el soporte y el aliado básico, por lo que debe procurarse tener un clima laboral equilibrado y los jefes deben insistir para mejorar y fortalecer el clima laboral y no ser destructores de la cultura organizacional poniendo en zozobra permanente a la institución y la gestión política. Cuando los jefes no tienen formación política, y si a ello se suma una bajísima calidad personal, que está en el campo de la mediocridad, las entidades que dirigen serán esas calderas del diablo en donde la intriga, la desconfianza, el amiguismo y la permisividad primarán con lo que el poder político terminará pagando los platos rotos. Y eso no debe permitirse.
En el sector agrario se dan las oportunidades básicas para el desarrollo y ya he escrito sobre ello. Debe ser el sector aliado para redescubrir las potencialidades locales pues existen alcaldes que simplemente “no la ven” pues nunca comprenderán sus roles por lo que no sabrán gestionar el desarrollo, y si a eso se suma la poca o ninguna visión de sus entornos, solo se tendrán fracasos. Tenemos, entonces, autoridades que tienen una manera equivocada de entender la gestión, y menos si privilegian el cemento al tema agrícola, o no encuentran el equilibrio en ello y si este sector carece de liderazgo. (He alcanzado propuestas a muchísimos alcaldes y jamás tuvieron la cortesía de contestarme y cuando usted pregunta al vecino referente a las gestiones de sus autoridades solo les falta llorar).
El sector agrario debe actuar en una acción de sinergia y complementariedad con otros. Ya he escrito mucho sobre ello. Para designar a alguien en un cargo público debe procurarse a quien se maneje con sindéresis. Como escriben dos autores canadienses: los más poderosos hombres de negocios (archimillonarios) no salieron de las escuelas de negocios, pues ellos tuvieron visión, creatividad y confiaron en la gente. Por lo tanto, no basta que un jefe tenga tantos títulos y pergaminos si como persona no tiene la calidad, inteligencia y criterio para dirigir a personas e instituciones y, además, no es confiable ni tiene personalidad inspiradora. Y el poder político, usando su inteligencia y criterio, tiene que tener claro este punto, por lo que, llegado el momento, no tiene otra alternativa que proceder al cambio inmediato de algunos funcionarios. Y es aquí en donde se podrá ver su valentía, habilidad y capacidad para tomar decisiones…¿Cómo hacerlo?… Ya dije el cómo en un artículo anterior.