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jueves, abril 25, 2024

El niño terrible

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“L’enfant terrible…”, es una expresión francófona que se usa generalmente para denominar a personajes que se comportan de manera arbitraria, la que en la mayoría de los casos causan problemas a los demás, sea por sus actos o declaraciones. Por ejemplo, en la actualidad, “el niño terrible” de la política norteamericana es el empresario inmobiliario Donald Trump, que con sus declaraciones incendiarias, xenófobas y racistas ha generado una gran polémica en los EEUU, en especial en el Partido Republicano y en la extensa comunidad latina de ese país.

En el caso del Perú y otros países de América Latina de la cuenca del Pacífico, en los próximos meses se trata nada menos que de enfrentar al fenómeno clímático recurrente cada cierto tiempo conocido como “El Fenómeno del Niño”. Y este “niño” suele ser mucho peor que Trump y sus bravatas racistas contra los inmigrantes, pues, a diferencia del estrambótico aspirante a la Casa Blanca, que tiene muy pocas probabilidades de alcanzar su objetivo, el fenómeno del “Niño” que se aproxima a nuestro país para principios de octubre, está considerado por los expertos no sólo con un 99 % de probabilidades de darse, sino que algunos calculan que su intensidad podría triplicar la que ha manifestado en los últimos 60 años.

Sin embargo, para tranquilidad de los lectores, también existen opiniones muy autorizadas que han declarado que no hay nada seguro al respecto y que lo que hasta ahora aparece como un inminente desastre de proporciones para nuestro país – que además se empalmaría con las anuales lluvias y huaycos de los meses de verano – no pasaría de ser un “niño” pequeño con algunos balbuceos que no tendrían el efecto catastrófico que muchos temen.

Lo que en esta oportunidad nos tranquiliza es que, a diferencia de pasadas épocas, ahora el gobierno nacional parece haber querido tomar al toro por las astas – aún si es sólo un novillo – y ha desplegado con la suficiente antelación una serie de medidas de prevención por si las cosas se pusieran difíciles. Es así que se han emitido dos decretos supremos que declaran el estado de emergencia en varias zonas del Perú, las que, a consecuencia del fenómeno experimentarían desde desbordes de los ríos acompañados de inundaciones en el norte y la selva central hasta sequías de grandes proporciones en el sur del país. Estas medidas vienen acompañadas de suficientes presupuestos que solventen la emergencia, por los cuales, por ejemplo, la región San Martín ha recibido 3 millones de Nuevos Soles para financiar los costos de la prevención.

Es por esto que se ha puesto en marcha un mecanismo multisectorial que involucra en primer lugar la participación de los gobiernos regionales y locales, quienes, en coordinación con la Autoridad Nacional del Agua – ANA – y el INDECI, están tomando las previsiones necesarias.
Esperamos que, sea cual fuere lo que venga, los organismos responsables actúen en consecuencia, y que no defrauden, como en el pasado, las expectativas de la población, que espera que sus autoridades alguna vez demuestren interés previsión, no sólo para que los efectos del fenómeno se puedan minimizar, sino, en especial, para que la ayuda que las zonas afectadas reciban, sea efectiva y la recuperación lo más rápida posible. Amén.

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