Todos nuestros candidatos presidenciales sino están judicializados, están con la imagen totalmente desgastada, no porque sean unos ilustres desconocidos en esta faceta de sus nueva experiencia, sino simplemente porque son conocidos, pero conocidos con un rosario de cuestionamientos en sus funciones respectivas cuando eran funcionarios públicos. Menciono esto, porque la generación actual en edad para las decisiones para asumir cargos públicos a través del voto popular, no está preparada en los entretelones del manejo político. Porque profesional en un área respectiva, lo es. Pero en las artimañas de la política, no.
Hago hincapié esta aseveración, porque a raíz de la presentación del mensaje presidencial del mes de julio, por ahí acólitos al mandatario indicaban que el mensaje presidencial fue más técnico que político, y que la sociedad en el aspecto político con personas que fueron efecto de una elección popular, están más habituados a los aspectos técnicos más que políticos. Si esto fuera real, no tuviéramos el calvario de grandes improvisaciones y metidas de pata por muchos funcionarios que equivocando su propia carrera se metieron a los efectos de una carrera política que queriendo reformar algo a favor del país, reformaron sus propias visiones personales para seguir aspirando mucho más en este terreno, pues se convencieron que cambiar al país es una total utopía, a diferencia de mirar su propio terreno personal, donde sí las cosas se hacen bastante reales económicamente hablando a favor de ellos y de sus familiares.
Existe también el intento de volver a resucitar a la izquierda, pero como corriente política ésta también se halla totalmente desgastada y huérfana de sus máximos exponentes como para que figuren como candidatos presidenciales.
La izquierda como movimiento político y como fuerza de oposición quedó también ya en el pasado con figuras como Barrantes Lingan que sin ser carismático verbalmente hablando por lo menos aglutinaba sinceridad en su nivel personal y en su proyección como visionario por querer hacer del país no un permanente ensayo como lo vienen haciendo los oportunistas candidatos presidenciales de la derecha; Barrantes, como exitoso alcalde de Lima, ya calculaba un país como el nuestro de muchas contradicciones, donde las generaciones de masas juveniles no aprenden de su historia, como para mandar a rodar a cada uno de estos candidatos de la derecha que hoy se vienen presentando, y que en el reciente pasado también se presentaron como las máximas alternativas de cambio y de perfil del país.
PERFILES Y MEDIOCRIDAD DE LOS CANDIDATOS
Fujimori se presentó como el cambio. La gente le creyó y dejó de dar su voto a un Mario Vargas Llosa, que predicaba una política neoliberal y capitalista. La gente como lee únicamente por casualidad, tuvo miedo, y creyó en el supuesto cambio de un japonés; que ciertamente las cosas cambiaron a favor de ellos, pero el país seguía como mendigo hasta hoy.
Toledo únicamente supo capitalizar miles de votos a su favor por la marcha de los CUATRO SUYOS, que era un episodio tan fresco de nuestra historia producto de un Fujimori que tenía un plan de gobierno hegemónico y dictatorial de 20 años que quería implantar en el país.
El cambio que predicaba Toledo amparándose en esta sublevación y descontento de las masas, supo direccionar ese cambio a favor de su numerosa familia andina a tal grado que el hermano mayor ya había adquirido una enorme mansión terrenal como un legítimo gamonal y terrateniente. ¡Qué concha quieres tú! –le decía airadamente a un periodista cuando le quiso entrevistar.
Alan García que al correr a París supuestamente como perseguido político, pasa más de 10 años en Europa, mientras el reino dictatorial de Fujimori hacía lo suyo en el país, amasando fortuna a favor de sus hijos, que eran unos legítimos servidos hasta el día de hoy. Esas cuarenta maletas cuando Fujimori huye al Japón ¿acaso eran llenas de papeles y trapos? No vuelvas a caer en la trampa mafiosa de Fujimori a través de su hija, que ahora quiere ganar votos de la Amazonía uniéndose a la protesta generalizada por este atropello del Lote 192.
El cambio de García era únicamente para un grueso sector de su gente: ahí tenemos los famosos narcoindultos, que decenas se beneficiaron con esta prerrogativa presidencial.
Y qué decir de un Humala que había predicado un cambio de rostro del país, un país más equitativo y con mejores oportunidades para las clases menos favorecidas, ofreciendo por ejemplo que el costo del balón de gas debería costar entre 12 y 14 soles. Hoy no solo se mantiene ese precio de 46 y 48 soles que es su valor real, sino que está inmerso en numerosos escándalos familiares con su esposa como esa nota de las agendas familiares que se contabiliza por millones de soles ingresados a favor de ellos, a tal extremo que les cambió de una vida reducida a otra lujosa.
Entonces no hablemos más de cambio. El cambio que predican los candidatos presidenciales es solamente un saludo a la bandera y luego, todo cambia ciertamente… pero a favor de ellos.