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martes, abril 16, 2024

Ser agradecidos es lo más valioso

Después de las fiestas de Navidad y antes del año nuevo del 2015, recibimos en casa, después de cinco años, la visita de una conocida amiga, que retornaba de Lima. La conversación de esa noche versó ya no sobre los lugares comunes de los encuentros anteriores, como la política y otros temas, sino de la gratitud, pues acababa de enviudar y ese dolor quería compartirlo con las personas a quienes ella consideraba sinceras. Recojo su desencanto porque, dijo, que esas amistades que compartieron su mesa, sus amenas tertulias, sus exultantes y fervorosos momentos de alegría, le habían fallado cuando más los había necesitado.

En realidad, así es la vida. Lo fue ayer y lo será siempre.
La ingratitud estará siempre presente y la literatura nos da referencias de ella con bastante insistencia. Duele sí cuando te fallan las personas por quienes te jugaste a pesar de las advertencias y que te habían parecido honorables y obliga a una reingeniería de nuestras vidas. Produce cambios en nuestros modos de enfrentar los momentos más difíciles, pero siempre terminamos cosechando lo que sembramos. Y es cuando, dijo la visita, tenemos que testimoniar la existencia de esos seres valiosos, dignos, honestos e imprescindibles, para que nuestros hijos y sus hijos, tengan la oportunidad, también, de ser gratos con las personas que fueron generosos con sus ancestros.

La visita insistió en que tenemos que hacer ´la otra´ lista, pero sin que prime el rencor y el resentimiento, y que incluya a aquellos que consideramos miserables, con aquellas personas que tuvieron la oportunidad de servirte y no lo hicieron, de aquellos que por su cobardía cedieron a la maledicencia –como algunos malos políticos-, de aquellos que, como Ño Chabaco, el personaje siniestro de “Matalaché”, de Enrique López Albújar, ofician de perversos y manipuladores. Pero, debo decir que no sería honesto hacer esto porque todos tienen la oportunidad de enmendarse, expiar sus pecados y procurar ser mejores.

La recomendación no era nada nueva. En efecto, años atrás publiqué en el diario AHORA, una relación de personas a quienes consideraba amigos. Y a un amigo expresidente del gobierno regional le comentaba la semana pasada sobre el tema confesándole que de esa relación solo dos personas demostraron no ser dignos de estar en la lista. Y duele pensar que alguna vez fueran tan cercanas.

Como una forma de terapia he comenzado a elaborar mi lista, de manera concienzuda y sin precipitaciones, y hasta este momento mi registro tiene más de quinientas personas de reconocido valor humano, siguiendo el criterio de cierto autor, que valora la generosidad de quienes te dan la oportunidad de un trabajo, una amistad sincera, confían en ti. etc. Muchos de ellos no son amigos, pero gozan de prestigio personal, ganado por sus cualidades de decencia y honestidad.

Al hacer este registro he sentido una especie de liberación, porque creo que es justo. Porque no hay algo más noble que el sentimiento de gratitud hacia aquellos seres con quienes formamos lo que denomino La Hermandad Celeste, que deben integrarlo solo personas generosas, criterio que comparte el poeta Enrique Flores Peñaherrera. Y tal vez algún día vuelva a publicar una nueva relación de aquellas personas valiosas e imprescindibles que seguirán llegando para quedarse.

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