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viernes, marzo 29, 2024

Mitos

02

La primera vez que mi madre vio un burro… no vio un burro, vio lo que en la mitología amazónica se conoce como “Runa Mula”-un espíritu diabólico que resulta de la combinación de una mujer y una mula-. Frente a esto su reacción automática al igual que la de sus dos hermanos fue correr desesperadamente por la chacra de mi abuelo, abandonando con esto la cosecha del día. No fue hasta pasada la noche cuando mi madre pudo comprender que las historias de mi abuelo acerca de seres de cuatro patas y pezuñas no eran del todo ciertas además de que en el mundo era común encontrarse con burros bastante inofensivos. Mientras aun me rio de la anécdota recuerdo la postura teórica del construccionismo la cual postula que nuestra interpretación de la realidad no es un hecho sino una constante construcción donde la información recibida producto de la interacción serían los ladrillos y las emociones el cemento facilitador de la unión. Continuando con la metáfora nuestra forma de afrontar la vida sería una casa cuyos cimientos son los mitos instaurados en la infancia reforzados en nuestro proceso de desarrollo. Estos mitos se trasmiten de forma verbal explicita o de forma inconsciente y en caso de necesitar revisarlos o cambiarlos implican un gran esfuerzo, suponiendo poner en situación de vulnerabilidad la casa de la personalidad. Este mismo proceso tiene luego una correlación en las esferas sociales, donde las identidades de los grupos se cimientan sobre creencias más o menos útiles para la supervivencia.

Sobre esto recuerdo el caso de un hombre con dificultades severas de adicción a la heroína cuyo padre y tío paterno habían muerto por dificultades relacionadas al consumo de sustancias. La madre de este paciente aunque nunca lo expreso directamente siempre conservo el temor de que su hijo también desarrollara una adicción. Inconscientemente reservaba el mito de que “los hombre de la familia son adictos”. Orientando por esto su crianza y educación a evitarlo, muchas veces llegando a la sobreprotección ansiosa, un factor que en lugar de ser protector genera un riesgo en cuanto a adicciones.

Tal cómo en el caso anterior nuestras propias vidas están configuradas en función de mitos fundamentales que en determinado momento resultaron útiles por ejemplo: “tú eres el más inteligente de la familia, no nos vas a fallar”, “tú siempre tienes que estar alegre”, “tú eres la más bonita del mundo, te mereces lo mejor”, “tú eres perfecta”, ”tú eres la esperanza de la familia”. Todos estas hermosas frases alentadoras que con el complejizarse natural de la vida comienzan a pesar en sobre manera. Por ejemplo que tal si a pesar de que soy bonita en realidad no tengo la pareja que creo merecer, en realidad me va muy mal, ¿no será que tengo que desarrollarme en otros aspectos?, pero no puede ser, si yo solo por ser bonita me merezco lo mejor. O también podría ser que; No puede ser que falle en el examen de admisión, yo soy el más inteligente, soy el mejor de todos, pero no puedo entender bien química, pero es tan raro si yo soy el más inteligente, etc.

En esa misma línea de ideas podríamos analizar los mitos sociales a los que somos expuestos desde muy pequeños, cómo el popular “así es la vida” para conformarnos con el maltrato de los grupos de poder, o el conveniente “roba pero hace obra” o el connotado “los hombres no lloran”, o uno de los principales causantes de divorcios “la mujeres son princesas.”, o nuestro hermoso eslogan “en Perú las cosas son así” y los incalificables “la hora peruana” , “el hombre de la casa”, “la mujer de la casa”, etc. ,etc.

Aproveche este momento para identificar algunos de sus más fuertes cimientos, un punto de ayuda sería analizar alguna situación problemática en la que se encuentra en este momento, sobre todo si va a tomar un decisión y observe que creencias están detrás de cada opción que está analizando, podría ser que un antiguo mito le esté haciendo ver demonios donde sólo hay burros.

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