El pasado veintiuno de junio, se cumplió ciento diez años del nacimiento de filósofo francés, Jean Paul Sartre (1905). Más de un siglo y su pensamiento sigue vigente, aunque en muchas universidades no se estudia su pensamiento: El Existencialismo, que lo sustenta en 1943 en su obra “El ser y la nada”. Según dicen sus biógrafos, Sartre, se inspiró después de haber luchado como soldado en la segunda guerra mundial y de haber sido prisionero de los alemanes, por su origen judío. Como se quiera ver- en mi humilde opinión- en ella, Sartre idealiza a las personas como seres capaces de crear sus propias leyes al rebelarse contra todo tipo de estatutos, aceptando la responsabilidad, la ética y toda moral personal sin el apoyo de la sociedad o cualquier norma tradicional. Su teoría existencial declara la libertad de todas las personas para escoger sus propios conceptos de comportamiento y libre pensamiento hacia una perfecta libertad de elección de crear los significados de las cosas y de la realidad en general. En la relación entre el ser, su pasado y su futuro, Sartre evoca los conceptos de tiempo como una proyección mental del ser, siendo estos los causantes de la inacción del mismo al quedar varado entre lo que fue y lo que podría ser.
En el sentido más estricto, El ser y la Nada es la obra donde Jean-Paul Sartre expone su “existencialismo” que facilita la plena comprensión de su obra literaria. La primera edición francesa fue publicada después del Holocausto, es decir, en el seno de una Europa arrasada por la guerra. Sartre tenía entonces 38 años, una juventud con mucha experiencia y ya había escrito tres obras de carácter filosófico en las cuales explicaba el método de Husserl con vistas a la constitución de una psicología fenomenológica. Había publicado también su primera novela, La náusea, y una serie de cuentos agrupados en su libro, El muro. “A partir de ese momento la producción de Sartre se sucederá sin pausa, abarcando todas las modalidades del pensamiento y de la literatura, pero las tesis centrales de este ensayo de ontología fenomenológica seguirán nutriendo y otorgando significado a tan diversificada producción. Y lo que en sus comienzos fue pura expresión teórica desbordó el ámbito especializado para convertirse, con el nombre de existencialismo, en uno de los fenómenos culturales más importantes de la segunda mitad del siglo pasado”, afirma el traductor Juan Valmar, quien considera conveniente, tanto para una previa aproximación al libro como para ulterior referencia, la compilación de un utilísimo índice terminológico y temático, que enriquezca la edición.
En 1964 gana el Premio Nobel de Literatura, el mismo que rechazó, aduciendo que él no escribía para ganar concursos y premios. Alguna vez leí un recorte literario donde se aseveraba que, Sartre, se inspiró cuando acudió a un zoológico y observó a un gorila y su cuidador. Para el cuidador del simio lo más importante era darle de comer a quien cuidaba con mucha responsabilidad. Para el gorila, lo más importante era comer y no matar al que lo cuidaba. Había una relación de reciprocidad, sin pensar en la muerte, porque el gorila no tiene el concepto de muerte, pero sí entiende que tiene que comer hoy porque los alimentos los tiene al frente, a disposición. Para el cuidador no existe el concepto de bueno y malo, que es la moralidad; en cambio existe la responsabilidad de cumplir con su trabajo que a él le dará un sueldo para vivir mañana. Hace referencia a lo correcto y lo incorrecto. El pasado no existe, la nada no existe. Existe lo que hoy se hace para mañana, desde la perspectiva humana, educativa y cultural. En el uso común, la existencia es “la estancia en el mundo”. Los seres parecen tener cierta intuición consciente de objetos externos a ellos por los datos sensoriales, que dan lugar al concepto mental de “lo que hay”: de la cosa existente. De modo que, existir, refiere a “estar en el mundo”, tanto nosotros como las cosas que nos rodean. Hace falta leer filosofía en los cinco años de secundaria.