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sábado, abril 20, 2024

He perdido la paciencia

02

Patético, incluso mucho más de lo que vemos en un presidio, patético es lo ocurrido en una sesión en el Congreso de la República, y todo porque un grupo de estos quiere que simple y llanamente no se discuta sobre el descarado y delincuencial robo que se le perpetra al Estado para beneficio de una campaña presidencial, eso que, muchos peruanos no saben lo que se cocina al interior del parlamento, al que se le ha convertido en el antro de la decrepitud moral, donde una sarta de conchudos y advenedizos se han convertido en los cabecillas de bandas generadoras de lobbies mineros, universitarios, de construcción y de todo tipo de negocios que llenan sus bolsillos y los de sus secuaces, peor aún que el del tal Oropeza.

Ocurre pues que en el Perú, la política se ha convertido en algo exageradamente ordinario, donde la falacia ad homini, es decir el descalificarse entre ellos -más de lo que están-, pues no tienen argumentos para discutir o rebatir ideas, porque en definitiva no están preparados, se ha vuelto en el mejor argumento para hacer que las sesiones se conviertan en adefesios remedos de vagabundeo, griterío y chismorreo, donde decir al otro que no hable porque es un tal por cual lleva incluso a suspender sesiones, que es lo que finalmente quieren los ociosos para que no se ventilen ante el país sus heces asquerosas.

Tal vez ha llegado el momento en que los peruanos, adementados cada vez más por la televisión basura, donde existen padres y maestros que permiten que sus hijos y sus alumnos por ganarse una fiesta de promoción se dejen cortar el cabello, desfigurándose el rostro, coman cucarachas y respondan preguntas tan estúpidas como sus conductores, sí esa pregunta hecha sobre el reo ex presidente, sientan que este congreso sirve para nada.

Tal vez ha llegado el momento de que la gente salgamos a protestar en contra de esos congresistas, tomemos las calles para no dejarles entrar a un congreso al que han despintado a tal punto que la nebulosa y el oscurantismo en el campo legislativo es extraordinario, porque sólo se producen leyes adefesieras como el del día del pollo a la brasa, el día del anticucho, el día de cualquier cosa, etc.

El congreso no es más ese espacio donde se daban debates académicos y políticos sesudos de los 60, es ahora ese remedo de callejón cuatreril, de burdel de luces oscuras y asientos que invitan al sueño y la desfachatez más burda.

He perdido la paciencia, como ustedes y sus embusteros colegas del congreso han perdido la vergüenza y el pudor ciudadano Don Rolando Reátegui que penosa y desgraciadamente representa a San Martín.

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