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viernes, abril 26, 2024

Sensación de desgobierno

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Existe seria preocupación en la población. La difusión de la filmación aérea de la selva devastada de Madre de Dios por la minería ilegal, al parecer es la última gota que rebasa el vaso. ¿Por qué se deja avanzar esa criminal devastación? ¿Dónde está la mano gubernamental en quién confía la población? Los recursos naturales no pertenecen a un puñado de mafiosos, sino, son patrimonios de todos los pobladores de la nación. ¿Qué duda el gobierno para frenar en seco tamaña barbaridad ecológica? ¿Acaso todavía no se ha tomado conciencia de la pérdida irreparable de la riqueza ecológica de esas miles de hectáreas malogradas, desertificadas?

Otra información negativa circula por el mundo. Que de los ocho billones de reserva de gas natural que posee el país como recurso natural en la selva, cuatro ya están comprometidos en venta a un país centroamericano, a precios por demás irrisorios (Menos de tres dólares), mientras que en el país se vende la misma cantidad del producto a quince dólares. ¿Qué clase de gobernantes son aquellos que actúan sin pensar en el futuro del país? Un poco más y venden sus propias almas a precios de oferta.

Hace algunos años el cultivo irracional de la coca en la selva ha generado la desertificación de no menos dos millones de hectáreas, que ahora están cubiertas de shapumbas, de cashucshas o simplemente muestran al espacio etéreo arcillas y rocas empobrecidas. ¿Hasta ahora no nos damos cuenta de la inmensa e incalculable magnitud de pérdida ecológica y económica del país? Son más de dos millones de hectáreas de suelos perdidos, donde no se puede hacer absolutamente nada de agricultura, donde no se puede producir ni caramelos ni galletas, donde no vive ni el ucullucuy (Lagartija). ¿Cuántas familias existen en el mundo que quisieran siquiera un metro cuadrado de terreno con suelo agrícola para producir frijoles, verduras y lograr sobrevivir? Claro, no será terreno nuestro y por esa razón le dejamos perder sin que nos inmute en absoluto.

Décadas atrás, el ataque bárbaro a las etnias para obligarlas a trabajar forzadamente el caucho de la selva; el casi exterminio de las especies de tigres por las pieles; de otros animales silvestres por sus sabrosas carnes, ocurrieron como si se tratasen de otros planetas, con gobiernos que no se daban por enterados, que estos temas no estaban en sus recargadas agendas.

Las etnias ocupan la Amazonía por más de diez mil años atrás; y cuando de pronto llegan personas de otras latitudes a ocupar sus territorios por la fuerza, lógicamente se producen serios enfrentamientos. Cuando las empresas petroleras ingresan a ocupar miles de hectáreas de selva sin tomar en cuenta a los antiguos posesionarios, provocan serias y naturales reacciones. Cuando un Presidente dispone llevar a la costa las aguas del río Huallaga sin consultar con nadie, es lógico que provoque molestias.

Las respuestas generalmente provienen de los integrantes de las comunidades nativas, así como el baguazo de hace seis años. ¿Por qué solo son las etnias las que reaccionan? ¿Qué pasa con el resto de la población que es una inmensa mayoría? ¿Es que esta mayoría no es de la selva, no se identifica con la selva, no lleva a la selva arraigada en su corazón? La selva es un recurso del país y hay que defenderla. Que alguien califique de quinta categoría a los seres humanos que defienden estos recursos que son indispensables para toda la humanidad es inconcebible. Este conjunto de situaciones adversas en la selva da la seria sensación de desgobierno.

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