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jueves, abril 25, 2024

Delfor Ponce de León y una renuncia que había demorado

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La renuncia de Delfor Ponce de León a un viejo partido causó sorpresa y satisfacción. Sorpresa, porque era un militante disciplinado, en un partido en donde la disciplina vence todos los escrúpulos, con enseñanzas recibidas como doctrina y de donde salen todas las argucias para defender lo indefendible, siempre procurando que el gran partido y su jefe salgan indemnes, porque lo que les importa a muchos no es el país, sino la agrupación política. Y satisfacción, porque la democracia suma a sus filas a una persona inteligente, cuando no brillante.

Delfor Ponce de León, profesional arequipeño, un ciudadano bienvenido a tierras tarapotinas, tiene un talante que hace de él una persona amigable y confiable, aun así haya sido parte de una agrupación a la que deja después de años de militancia. Y mis simpatías hacia él nacieron desde el primer día del inicio de una relación cuyo sino ha sido el respeto y la tolerancia, porque, además, es un abogado de mente abierta, sencillo, contemporizador, amante de la justicia, más que de sus procedimientos, lejos de la solemnidad propia de los de su profesión y con un sentido del humor que genera simpatías incondicionales.

¿Y por qué de su renuncia? Posiblemente porque en su ex partido casi todos son prisioneros de eso que llaman falsamente mística y que por esa razón sus candidatos y ´líderes´ considerados “naturales”, han hecho de esa colectividad un feudo propio, no importa que sean cuestionados y donde, incluso, el líder “natural” tenga un prontuario, como siempre reitera César Hildebrandt, que asustaría al mismísimo Jack “El Destripador”. Algo más, muchísimos miembros de su ex partido son pasajeros de esas páginas periodísticas oscuras que puede comprobarse en las lecturas de los diarios capitalinos….Mientras los Capos guardan sepulcral silencio, como el congresista al que la revista “Hildebrandt en sus trece”, define como “honrado”, en un malentendido concepto de la amistad.

No pude evitar preguntarle a Delfor Ponce de León, el porqué de esa renuncia. Y su respuesta no pudo ser más elocuente y expresiva, cuando afirmó que su presencia en su ex agrupación se había tornado insostenible. De ese partido que, al decir de Víctor Hurtado, llena el vacío de la derecha peruana –que nunca pudo consolidar un partido que defendiera sus intereses—porque tiene en ese partido al que la defiende con más calor y convicción elaborando hábiles slogans de campaña política dirigida a los incautos electores.

La actitud de Delfor Ponce de León al tomar una decisión que ya se venía venir, es una demostración de honestidad, cuando no de integridad. No es una traición a una (supuesta) doctrina llena de sofismas y falacias que la hacen un galimatías ininteligible. Es la respuesta a una conducta y actitud partidarias permanente, que han hecho de esa agrupación una organización de nula vocación democrática, postergando a militantes de honestidad comprobada, pero que terminan cediendo a las imposiciones de la cúpula mafiosa.

El partido al que renuncia de manera irrevocable Jacinto Delfor Ponce de León Paredes ha tenido en su larga y no santa historia grandes e históricas renuncias. La juventud de ese llamado ´gran partido´ debe tener el coraje para rebelarse y romper con su manejo oscuro, donde una casta minúscula hace y deshace en él… Ya escribió José Ingenieros: “Jóvenes son los que no tienen complicidad con el pasado”…Por eso, alguna vez escribí: hay jóvenes que nacen viejos a la política… Pidamos, entonces, a esa juventud, una revolución interna para que el Perú se libre para siempre de una forma perversa de hacer política.

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